depende de nosotros 2
depende de nosotros 2
Depende de nosotros
22/11/2017
Por: Javier Brizuela
22 de noviembre de 2017
Son muchísimas las sensaciones por las que pasamos y nos dejó la derrota de anoche. Un resumen de lo que significa ser hinchas de un equipo que enfrenta instancias decisivas de un torneo internacional. Bronca, tristeza, alivio y esperanza, mientras esperamos que el fútbol, que como siempre da revancha, nos de el martes próximo la alegría de poder llegar a otra final.
La ansiedad que nos metió dos o tres días dentro de un mismo martes para que no llegara nunca la hora del partido se derrumbó en unos pocos segundos, luego confirmados en los minutos siguientes. Hay cosas que en un partido tan importante no pueden pasar y otras que no podes hacer. Y ocurrieron todas juntas en ese papelón que duró por suerte solo quince minutos y que nos dejó buscando explicaciones hasta en el más allá. Un equipo dormido, una línea defensiva improvisada innecesariamente, un lateral que no pareció estar en condiciones de reaparecer, un líbero perdido, un arquero lento, un árbitro pésimo, un juez de línea peor, un delantero letal, un gol en contra desde el vestuario, falta de reacción, distracciones, más errores defensivos, uno de ellos doble y hasta bizarro…
Fue un alivio que luego de todo eso, el partido estuviera solamente un gol abajo. Pudo ser peor, lo sabemos perfectamente. No había manera de estar tranquilos, ya que todavía duraba la bronca por la burrada del árbitro y el equipo no había aparecido en ofensiva, pero Tagliafico empezó a anticipar, el Torito a morder y ganar en el medio y Sánchez Miño, por lejos el mejor del Rojo, ya lucía su clase por izquierda. Un ticky ticky intrascendente con mucha impotencia ofensiva, pero que al menos dejaba atrás la tormenta. Libertad se mostraba cómodo haciendo lo que más sabe, que es defender, nosotros nos conformábamos con tener la pelota y dejar de pasarla mal.
La calma llegó recién pasada la media hora, cuando apareció Meza, Barco lograba tenerla un poco más y el Torito hacía pie en el medio. A partir de ese momento empezamos a ver al Independiente que llegó hasta las semifinales. Y en el complemento, siempre con un Miño con la flechita para arriba recuperamos la ilusión de alcanzar una final luego de siete años.
Nos queda el enojo de no haber alcanzado un gol que merecimos, la preocupación por la falta de eficacia de nuestros delanteros y la angustia de una caída injusta y peligrosa. Pero también la certeza esperanzadora de que somos superiores. Libertad es un equipo experimentado, con mucho oficio y que sabe defenderse muy bien. Pero más allá de lo que haga en Avellaneda, encima sin Cardozo ni Bareiro, quedó claro anoche que el equipo de Holan es el que decidirá su suerte en el Libertadores de América. Los paraguayos son un buen equipo y obligan al rival a mostrar su mejor versión. Pero si Independiente logra mantener el volumen de juego que viene mostrando y por sobre todas las cosas, consigue ser eficaz, pasará a la final. Si no puede convertir lo que genera quedará afuera, no hay muchos misterios.
Y a no entrar en riesgos innecesarios el sábado. Jugamos el clásico cada seis meses, y casi siempre los ganamos, mientras que esperamos volver a disputar una copa hace seis años. Necesitamos una alegría, la soñamos, la merecemos. Y depende de nosotros.