la noche mas oscura
la noche mas oscura
La noche más oscura
15/08/2015
Por: Juan Manuel Colomer
15 de agosto de 2015
Importante, trabajado e inmerecido triunfo ante Defensa y Justicia. Lo único que se logró mantener fue la racha positiva en cuanto a los resultados. El rendimiento colectivo sigue en caída libre y ayer asistimos al peor partido de la Era Pellegrino, algo que semana a semana venimos remarcando y es una tendencia que está costando mucho revertir. El equipo no apareció y en lo individual hubo demasiadas ausencias que pusieron en riesgo la victoria que estábamos consiguiendo casi de casualidad. Intrascendentes y desaparecidos Vitale y Pisano, errático Benítez que volvió a sufrir jugar en una posición que no le sienta cómodo y una defensa que por primera vez la pasó realmente mal.
Pero ahora la suerte ya no nos histeriquea. Coquetea y se queda con nosotros. Anoche, en 90 minutos, ligamos más que en todo el año. Sin acostumbrarse a ganar así, es bueno también que aparezcan estos triunfos cuando merecemos, cuanto menos, empatar. Se cambia la racha del primer semestre, repleta de partidos en donde debíamos ganar ampliamente y terminábamos con las manos vacías o cosechando un empate que servía para poco y nada.
El jugador clave de estos seis triunfos se llama Jesús Méndez. Alguien que sorprende a propios y extraños por su nivel y regularidad. Siempre entre los mejores en cada presentación de Independiente. Al ex Central le costaba repetir buenas actuaciones y ahora logra sostener un nivel altísimo a lo largo de todas sus participaciones. Importante desde la entrega, el despliegue, la actitud y el juego. Hace todo. Ayer sostuvo al equipo cuando parecía que se caía a pedazos. Tomó las riendas, se hizo cargo y, haciendo honor a su nombre, marcó el camino. Porque de una buena presión suya en la salida de Defensa nació el gol de Benítez que dejó los tres puntos en casa.
Este Independiente debe aprender a manejar los partidos. Sobre todo porque, hasta acá, no conoce lo que es ir perdiendo. Siempre empezó ganando. Eso es una ventaja y hay que aprovecharla. Ayer le volvió a costar mucho tener la pelota y eso agrandó al rival. Se jugó prácticamente en un solo lado y ni siquiera el ingreso del Cebolla Rodríguez cambió el rumbo. Se lo vio con muchas ganas pero entró acelerado y apurado, contagiado quizás con el ritmo que ya tenía el partido y su ansiedad por debutar. Además entró a ocupar un lugar en la cancha por el sector derecho que no lo favoreció. Cuando se ubicó en la izquierda pudimos ver algunos destellos de la calidad que esperamos del uruguayo.
Hay que crecer como equipo en este sentido y dentro de la cancha los jugadores deben darse cuenta cuando hay que acelerar y cuando hay que bajar el ritmo. No puede venir nadie al Libertadores de América a imponer sus condiciones. En casa, por lo menos, se debe jugar al ritmo y las condiciones que pretenda Independiente. Defensa propuso un juego vertiginoso, de golpe por golpe, en el cual se siente más cómodo y nosotros nunca pudimos manejar el encuentro para sacar al rival de esa comodidad.
Asistimos a la noche más oscura del Independiente versión Pellegrino. La pasamos mal, sufrimos, no merecimos ganar pero ganamos. Hay que hacer autocrítica, corregir errores y no tentar demasiado a la suerte cuando llega. Esta buena racha tiene que potenciar los rendimientos individuales y colectivos y también la confianza. Si nos relajamos, perdemos todos. Pasó la noche cerrada y oscura. Pasó la tormenta. Pasó el temporal. Y, por suerte, quedó el triunfo. Porque “cuando la noche es más oscura, se viene el día en tu corazón…”.