la suma de todos los males
la suma de todos los males
La suma de todos los males
22/02/2016
Por: Juan Manuel Colomer
22 de febrero de 2016
Siempre se dice que para que los clubes de fútbol puedan tener éxito deportivo todas las patas de esa mesa imaginaria que son, tienen que estar bien. En Independiente hace tiempo que todas las patas de la mesa están mal. Y no debe ser casualidad tantos años de sequía siendo cierto aquello de que se cosecha lo que se siembra. Anoche, justo antes del empate de Racing, todos los males de Independiente parecían sumarse en el momento menos indicado.
Una hinchada que hace tiempo eligió parecerse cada día más a todo eso que históricamente rechazó del rival de toda la vida, asumiéndose más protagonista e importante que lo que pase adentro del campo de juego, encendiendo bengalas y bombas de humo -prohibidas y merecedoras de sanciones que perjudican al club- tras un gol que solo daba tres puntos en un clásico que toda la vida fue un trámite para nosotros.
Dirigentes, que utilizan de manera irresponsable las redes sociales para hacer berrinches de adolescentes encaprichados y absolutamente cómplices, porque alguien permitió que todo eso que está prohibido ingresara en la platea. Y si no lo permitieron, como mínimo liberaron la zona, lo cual no lo hace menos grave. ¿Devolverán la plata a los socios y abonados perjudicados por la sanción del APREVIDE? ¿O solo están preparados para subir la cuota y cobrar bonos?
Un técnico, lleno de miedos, incapaz de encontrarle un rumbo a un equipo sin identidad, sin vocación ofensiva, sin compromiso y jugando sistemáticamente al pelotazo de los centrales. Un equipo que en las primeras cuatro fechas del torneo pateó solo cinco veces al arco y no puede superar siquiera a un rival que viene a no perder. Un técnico sin autocrítica ni capacidad de cambio que hace un análisis del momento de las bengalas tan preocupante como el análisis futbolístico que hace del presente de su Independiente. Un técnico que partido a partido demuestra que no trabaja en la semana. No hay jugadas preparadas. Nunca Pellegrino cambió un partido desde el banco. No sabe leer los partidos. Ni antes ni durante. No hay coordinación de movimientos. No hay alternativas ni un patrón a seguir. Todo es improvisación. Méndez pateó cuatro tiros libres iguales a las manos de Saja y los córners a favor los patea el que esta más cerca, como en el campito, porque da lo mismo. Seguramente la pelota no se levante mas de medio metro del piso.
Y por último, pero no menos importante, un grupo de jugadores superados por el miedo que viene del banco y ninguno tiene la rebeldía para hacerle frente a una idea de juego que claramente los perjudica más allá de las limitaciones futbolísticas de unos cuantos. Solo rescato a Leandro Fernández que aun con su acelere y su debut errático nunca se escondió y mostró que tiene calidad y guapeza en medio de tanta malaria. Creo que es un jugador para bancar. El resto es puro temor. El que tienen los volantes para pisar el área, o los laterales para pasar al ataque, o el arquero para salir a cortar el centro que antecede al del gol. Miedo por todos lados. Jugadores contaminados por la mentalidad del técnico que declaran que “la vara está muy alta” si se exige que Independiente sea campeón. ¿Será mucho pedir tener, al menos, un equipo que no desprecie la pelota, que juegue para adelante, que presione, que sea agresivo, que sea protagonista de local y de visitante y contra cualquier rival? ¿O la vara también estará muy alta en ese sentido? El jugador, técnico o dirigente que crea que exigir eso en Independiente es poner la vara muy alta, que presente ya mismo la renuncia. Es la única manera de empezar a desprendernos de alguno de todos los males. Porque son demasiados los que tiene Independiente de un tiempo a esta parte y, para peor, todos se suman en este presente nefasto en donde en la cuarta fecha del único torneo que jugás en el semestre, ya estás a cinco puntos de los de arriba y a años luz en rendimiento y funcionamiento.