El 25 de enero es un día muy importante para Independiente. Es sin dudas uno de esos días en los que vaya a saber por qué la historia nos dijo quiénes somos.
Es el cumple del Bocha, el máximo ídolo del club, pero además y con el protagonismo estelar del mismísimo Bochita,
se cumplen 40 años de la mayor hazaña del fútbol argentino: el título del Nacional 1977 ante Talleres en Córdoba con 8 hombres en la cancha.
Cuentan los que vivieron aquel glorioso día que el país estaba en un momento terrible, salpicado por una sangrienta dictadura y en las vísperas del único Mundial que se organizó acá y que posteriormente Argentina ganaría. Nunca un equipo que no fuera de Rosario o Buenos Aires había salido campeón. Es más, ni siquiera habían llegado a finales.
Pero aquel Talleres tenía un equipazo, integrado por jugadores que meses después salieron campeones del Mundo.
En el partido de ida en Avellaneda se disputó el 21 de enero, el resultado fue 1 a 1, posicionando mejor a la T de cara a la revancha. El gol de visitante en ese entonces ya "valía doble", al igual que hoy en los torneos internacionales. Es decir que con el 0 a 0 en Córdoba el campeón sería Talleres. Luciano Benjamin Menéndez, intendente de Córdoba, por aquellos días tenía toda la fiesta preparada. De hecho, según cuenta el Diario La Voz, ya había varios preparativos -avisos publicitarios felicitando y tirada extraordinaria del diario entre otras cosas- por el casi seguro título Tallarín.
Sin embargo, el Rojo tenía una sorpresa preparada.
A los 32 minutos de iniciado el partido, Norberto Outes cabeceó un gran centro del Vikingo Trossero y puso al Rojo en ventaja. Con ese resultado era campeón, pero la debacle arbitral estaba por venir. Roberto Barreiro, referee de aquella noche histórica, empezó a cobrar cosas extrañas.
A los 15 del complemento sancionó un penal inexistente que Chierini se encargó de ejecutar y anotar el empate, pero lo peor estaba por llegar...
A los 29, Bocanelli marca el segundo para Talleres enviando la pelota a la red con una mano deliberada que se vio, según dicen, desde Ushuaia hasta La Quiaca. En ese momento estallan los jugadores de Independiente dándose los siguientes diálogos:
"Tengo dos hijos y esto me da vergüenza. Écheme", dijo el capitán del equipo,
Rubén Galván. Barreiro le sacó la tarjeta roja.
"Esto es una usurpación. ¿Por qué no me echa a mí también?" exclamó
Omar Larrosa. El árbitro también lo echó. Mientras que el siempre temperamental
Trossero se encargó de decirle de todo a Barreiro, quien procedió a expulsarlo.
Todo era dudas, Independiente se quería retirar de la cancha. No quería prestarse a semejante farsa. Pero hubo una persona que cambió esa historia y torció el destino. José Omar Pastoriza, el Pato, salió del banco exaltado pero juntó a sus ocho jugadores que quedaban en cancha y les dijo las siguientes palabras:
"Vayan y sean hombres. Jueguen y ganen el título". Los ocho jugadores salieron a hacer lo que podían motivados por la palabra de su entrenador. Talleres se perdió varios goles con los que pudo liquidar la historia. Pero no lo hizo, y si enfrente tenés al más grande...
Faltando 7 minutos para el final, el Bocha, el que cumplía 24 esa noche, agarró la pelota y empezó a esquivar rivales, se la tocó a Bertoni que dejó solo a Biondi en posición de gol, le salió Guibaudo, arquero de los cordobeses, y Biondi hizo una gambeta larga para sí mismo
y se la tiró al Bochita, quien venía a la carrera y le pegó arriba sin que los defensores de Talleres que intentaban cubrir el arco pudieran hacer nada. 2 a 2, el gol de visitante pasaba a favorecer a Independiente ante las dos igualdades.
La resistencia fue heróica y el mito se convirtió en realidad. Independiente se consagró campeón de aquel Nacional 77 -la final se disputó un día como hoy pero en el 78- empatando el partido de visitante con tres hombres menos, algo único en la historia del fútbol argentino y probablemente del mundo. Ese fue el día que el, hasta ese entonces, seis veces campeón de América seguía escribiendo la historia, probablemente en su página más gloriosa.
El día en que la camiseta y un grupo de hombres abanderados por Bochini y comandados por el gigante Pastoriza fueron artífices de aquella epopeya.
FOTOS: LA NACION