agonia anunciada
Por: Alexis Potel
24 de mayo de 2019
Esta expresión metafórica, lejos de intentar herir susceptibilidades, refleja la decadencia futbolística causada por la misma persona que le había devuelto a los hinchas y socios de Independiente la ilusión. Ariel Holan, que en algún momento tuvo el antídoto para potenciar jugadores y dotar a un equipo que en diciembre de 2017 arrodilló a más de 80 mil almas brasileñas en el mítico Maracaná, perdió la brújula y hundió rápidamente la embarcación que con tanta capacidad supo restaurar. Los jugadores -quienes no están exentos de este presente horrendo- dejaron de creer en su idea y sus formas para afrontar la penosa actualidad que hoy golpea la puerta de una parte de Avellaneda.
En 103 partidos al frente del equipo de primera (48 victorias, 32 derrotas y 23 empates) el Profesor mutó de héroe a villano y sus caprichosos, sumado a su exasperante falta de autocrítica, profundizaron la crisis de un plantel que le soltó la mano hace mucho tiempo. Ya no se trata de un grupo minúsculo de prensa partidaria o nacional ni tampoco de intentar desestabilizar un "proyecto deportivo", es algo que va más allá y que él repitió hasta el hartazgo ante las reprobaciones "la única verdad es la realidad". Sí, Holan es prisionero de sus propias palabras.
Renunció y volvió, se peleó con Alejandro Kohan por liderazgo, dejó en el olvido a glorias de la institución como a Ricardo Bochini, quien aseguró que "no es más fuente de consulta", cambió intensidad por previsibilidad, rapidez por lentitud, se encegueció con un 4-3-3 apelando a la posesión del balón con jugadores que no merecen un minuto más en el campo. Desintegró un equipo que imponía carácter por otro que genera desgano con solo verlo. Demasiadas imperfecciones para un proyecto deportivo joven que se derrumbó fugazmente.
En su ciclo incorporó 22 jugadores: Walter Erviti, Emmanuel Giliotti, Nery Dominguez, Fernando Amorebieta, Gastón y Francisco Silva, Silvio y Braian Romero, Jonás Gutiérrez, Nicolás Domingo, Juan Manuel Martínez, Emanuel Britez, Gonzalo Verón, Fernando Gaibor, Jonathan Menéndez, Ezequiel Cerutti, Milton Álvarez, Pablo Herrnández, Guillermo Burdisso, Pablo Pérez y Cecilio Domínguez. Salvo cuatro ellos –uno inexplicablemente emigró (Gigliotti)-, el resto fueron prueba y error con destellos ínfimos y esporádicos pero jamás con la regularidad necesaria a la altura de una camiseta tan importante como la del Rey de Copas.
La paupérrima derrota ante Rionegro Águilas Doradas no comenzó la debacle, la penetró aún más y a pesar de que la serie posiblemente se revierta el próximo martes en el Libertadores de América, el futuro de Ariel Holan en Independiente parece cada vez más incierto. La relación con los jugadores está rota, los dirigentes ya no sostienen con firmeza sus deseos de continuidad y los hinchas - me incluyó - sienten que aquel que les devolvió la identidad los defraudó por puros caprichos e individualismos.
Ningún ser humano es indeleble a los errores. Confiar en alguien no significa creer que es la cabeza de la institución. Independiente está por encima de todo y todos, siempre.
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