aire
Por: Walter Linovich
10 de septiembre de 2013
Sin jugar bien, Independiente consiguió un triunfo importantísimo desde lo anímico que puede significar el despegue del equipo de Omar De Felippe. Sin embargo, para que los resultados sigan acompañando, habrá que mejorar demasiado, ya que fueron pocos los puntos altos de un "Rojo" que jugó 80 minutos con un hombre más que su rival y logró ganar apenas 1-0 con un gol de rebote de un central a dos minutos del final.
Primero lo primero. Hoy había que ganar sí o sí e Independiente lo hizo. Punto. Seguramente que hilando fino (o no tanto) quedaron muchas más cosas del lado negativo que del positivo, pero el valor del triunfo, el primero del "Rojo" en la B Nacional, inclina la balanza definitivamente para el positivo. El peso de no sumar de a tres desde hace 12 partidos, de no haber ganado en el campeonato, inmovilizaba a los jugadores. Hubo mucho desahogo.
En cuanto al juego en sí, los más rescatables fueron Diego Rodríguez y Martín Zapata. El "Ruso" volvió a tener un gran nivel y respondió en gran manera las dos veces que Huracán lo exigió. Tuvo una actuación de arquero de equipo grande. El ex Belgrano, por su parte, fue rueda de auxilio de todos y, si bien cometió errores (a veces pasado de rosca, mal posicionado, flojo en las definiciones), fue el alma del equipo. De un disparo suyo vino el gol rojo.
Daniel Montenegro estuvo algo errático en los pases pero bastante más participativo que otras veces en un ambiente hostil desde el minuto cero, mientras que Reinaldo Alderete comenzó el partido con un nivel bajísimo (una vez más) y fue creciendo con los minutos, redondeando una buena tarea en el segundo tiempo recuperando muchos balones. Igualmente, le sigue costando mucho el traslado de balón y la distribución de juego.
En defensa, Samuel Cáceres y Claudio Morel Rodríguez estuvieron firmes y casi no pasaron sobresaltos, pero los laterales volvieron a estar flojos, sobre todo Gabriel Vallés. El ex Godoy Cruz mostró en cada intervención su falta de jerarquía y hace que uno se pregunte cuán mal puede estar Christian Núñez para ser suplente suyo. Lucas Villalba estuvo otra vez pasado de revoluciones y mejor en la proyección (tienen que enseñarle YA a tirar centros) que en la marca (Huracán se hizo un festín a sus espaldas).
Federico Mancuello y Leonel Miranda no gravitaron demasiado y alternaron buenas y malas, mientras que Cristian Menéndez dio lo mismo de siempre: garra, entrega, sacrificio, pero cero peso ofensivo. Parece tenerle miedo al arco, siendo el único hombre neto de punta con el que el DT arranca el equipo. Preocupante. Fue fundiendo con el correr de los minutos y en el complemento De Felippe lo sacó de la cancha luego de dos intervenciones que casi terminan en gol de Huracán.
Matías Pisano nuevamente volvió a ingresar con pocos minutos por delante y mostró, como siempre, su calidad. Juega y hace jugar al resto, pidiendo todas las pelotas y abriendo siempre para los costados. En contra: a veces traslada de más, pierde la pelota y genera contragolpes peligrosos. Facundo Parra, otro de los que ingresó en el segundo tiempo, casi ni la tocó, mientras que Martín Benítez sí tuvo contacto con el balón, pero hizo todo mal. Todo.
En lo colectivo, Independiente no supo cómo atacar a un "Globo" con diez jugadores por más de 70 minutos: recién en los últimos 10 apretó y puso en apuros al local. Pero la falta de generación de juego y de chances de gol fue nuevamente alarmante. Y en defensa, a las espaldas de los laterales, Huracán atacó mucho. En definitiva, mucho por corregir, pero con el aliciente, enorme aliciente, de los tres puntos en Avellaneda...