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Por: Eugenia Ferreras
23 de septiembre de 2015
Viviana, madre del "Cebolla" Rodriguez, cuenta en una entrevista: "Cristian era para no nacer". Y cuenta que en su parto anterior había tenido muchas complicaciones y los médicos le habían indicado no volver a quedar embarazada. Pero él había querido venir igual. Así que ella aguantó en silencio la noticia y no se lo contó a nadie hasta los 7 meses. Después, se lo dijo a su marido, a todo el mundo, y le prometió a Dios que si la dejaba ver con vida a su hijo, toda la vida de éste iba a ser dedicada a Él. "Y así fue", dice, emocionada. "Yo creo que todo lo que hace él es bendecido".
Espiritual o no: es así, diría cualquier hincha de Independiente, después de los últimos dos partidos del 10. ¿Hacía cuanto no teníamos esa especie de fe en alguien? Saber que va a entrar y va a hacer las cosas bien. Cosa que no se puede decir del ánimo cambiante del resto del equipo, en general y en particular. No es negatividad, es realidad.
Lo bueno de tener alguien en quien confiar así, es que se le puede encomendar a alguien contagiar al resto. Dejarlo arriar al resto. Darle la 10.
"El Cebolla en realidad soy yo, el verdadero, él era el Cebollita. Pero bueno, ahora se apropió del apodo él. El es el grande ahora", cuenta el Cebolla mayor, padre de Cristian, mientras narra la infancia del chico, que dice que nunca se quedaba tranquilo y que durante su infancia toda su vida era: cero escuela y puro fútbol y pesca. Casi como lo que vemos hoy. Siempre jugando, siempre buscando, siempre pescando y hasta después, al hablar, quejándose entre risas de que las charlas técnicas de Pelegrino parecen lecciones de maestro.
Como siempre, además de la historia, lo que da confianza antes de noches como la de esta noche, son las figuras. El "Cebolla" hoy es las dos cosas. La identidad, y quien tiene puesta la historia encima y escrita en la espalda.
Al "Vamos Independiente" de cada día hoy le sumo un "arriba", bien uruguayo. Porque al Rey hay que tratarlo así. Hay que pedirle que se levante.