(La Columna de Colomer) Los errores se pagan. A veces un poco más barato y otras muy caro. Almirón hoy pagó el precio más alto que se puede pagar. Al técnico que había mostrado credenciales de tipo seguro, con convicciones, capaz de lograr en poco tiempo que sus jugadores lo comprendan y lleven adelante sus ideas, algo le pasó después de ganarle a Rafaela. Hizo todo lo posible para que el barco que parecía capitanear en aguas tranquilas y con viento en la popa, empezara a naufragar en aguas turbias y tormentosas. Cambió demasiado para ir a jugar a La Plata y para colmo en lugar de traerse un empate que hubiera disimulado un poco el caos que armó, se trajo una derrota. La exclusión de Pisano hasta de los concentrados, el invento de Iván Pérez con su posterior salida antes del entretiempo y el cambio permanente de sistema aún dentro de un mismo partido, sembró dudas innecesarias y peligrosas. Hoy repitió viejos errores, generó nuevos y quedó, ahora si, mucho más expuesto porque jugó contra un Vélez al que le sobra jerarquía para poder aprovecharse de un equipo que, sobretodo en el segundo tiempo, se lo vio perdido, confundido y sin confianza. Sus cambios raros e inexplicables, más una nueva pésima actuación individual de sus jugadores fueron mucho para este Vélez. Claro, que después del 0-2 no hubo más partido y el resultado final solo sirve de cachetazo. Un cachetazo que tiene que ser usado para reaccionar. Almirón tiene que barajar y dar de nuevo. Hacer mucha autocrítica, dejar que se lo critique, sin que eso le moleste a el o sus defensores a ultranza, y volver a sembrar aquella tranquilidad que supo sembrar cuando llegó al Club. No se trata de ser ofensivos o defensivos. De arriesgar menos o arriesgar más. De línea de tres o línea de cuatro. Se trata de ser un equipo que sepa a que quiere jugar. Que tenga clara su propuesta e intente siempre llevarla a cabo.Y sobretodo un equipo que no sea ingenuo a la hora de atacar o defender. Es preocupante ver como los jugadores van perdiendo esa confianza. Cuando empiezan a dudar de la idea del entrenador, se comienza a transitar por lugares de los que cuesta volver. Este era un equipo seguro, convencido de una idea y dispuesto a defenderla. Dos semanas después, y más allá de las derrotas, está desconocido. Por momentos parecía que estábamos asistiendo a la peor versión del equipo de DeFelippe: Inofensivo, con pelotazos a los delanteros que juegan todo el tiempo de espaldas y sin saber qué hacer. No soy partidario de tanto cambio de nombre y de esquema ante cada partido e incluso dentro de los partidos. Es muy difícil consolidar una idea y un equipo si todo el tiempo se están probando cosas diferentes. ¿Por qué un jugador del club que venía jugando bien como Belloqc tuvo que salir del equipo para que juegue Méndez? ¿Qué mensaje es ese más allá de haberle ganado a Rafaela? ¿Para algunas cosas analizamos resultados y para otras funcionamiento? ¿Por qué Zárate (de buenos partidos ante Belgrano y Rafaela) ni siquiera estuvo en el banco los últimos dos encuentros?¿Por qué Pisano pasa de ni siquiera concentrar a entrar como salvador esta noche? Al jugador hay que tenerlo enchufado, seguro, respaldado. Fue un error lo que hizo y no se le puede caer al jugador por no haber rendido hoy cuando ingresó. Como siempre se dijo, el problema no son las derrotas o las victorias, sino como se llega a ellas. En el primer tiempo Vélez llegó más y mejor pero sin puntería.Si hubiera acertado más podría haber hecho más goles todavía. El Rojo volvió a mostrar un déficit grave en el funcionamiento. Y ahí tiene que estar la búsqueda. Sin funcionamiento no hay equipo. Hay que barajar y dar de nuevo rápido. Vienen dos partidos en una semana con un clásico incluído. Hay que volver a transmitir confianza, consolidar al grupo y al equipo. Afianzar la idea y la propuesta inicial y lograr un Independiente que tenga una sola cara y no las mil que mostró en cuatro partidos.