Con mucho más en el debe que en el haber, Independiente salió a la cancha ante Olimpo con la necesidad de dar vuelta su propia historia que lo encuentra con pocas ideas y siempre con lo justo (con lo bueno y malo que ese conlleva). Salió a la cancha con el arma "preferida" de Pellegrino, cuatro defensores; dos volantes centrales y dos por las bandas con obligación de llegar al fondo en ataque y en defensa, Benítez y Rigoni; el mediapunta era el Cebolla y el delantero Denis. El visitante salió a apretar arriba, pero no a los centrales, a quienes les dejaba tener la pelota pero todas sus opciones de pases estaban cubiertas. El Torito se mostraba más que Jesús para ser salida y cuando se llegaba a mitad de cancha el bahiense se abroquelaba detrás de la pelota. Por eso, no eran muchos los espacios encontrados en esas jugadas, que en su mayoría iban hacia el centro para el Cebolla, quien descargaba a las bandas y luego se buscaba el desborde y el centro atrás. Por lejos, el 10 fue el mejor jugador del primer tiempo y si hubiera sido acompañado por una mejor performance de los extremos, quizá el Rojo hubiera contado con más oportunidades de gol. Por eso los mejores avances llegaron, o desde una segunda jugada de pelota parada o desde armar un contragolpe, porque el visitante iba con bastante gente e Independiente lo dejaba avanzar con facilidad a causa de su falta de recuperación en la mitad. En el segundo tiempo, El Rey De Copas salió con dos cambios: Ortíz ingresó por Rodríguez y Fernández en lugar de Benítez. Ahora el encargado de comenzar las jugadas era Jesús, función que cumplía en sus mejores épocas y el equipo mejoró en varios aspectos. Ahora los dirigidos por Cristián Díaz se tenían que tirar varios metros más atras y ya no hilvanaban jugadas con facilidad.  De todas formas, muchos de los avances rojos tenían más empuje que inteligencia y casi todos finalizaban con un centro alto. Igualmente en ningún momento dejó de ser un peligro el contragolpe, el jugador Amoroso era una amenaza y en algunas oportunidades Pizzini pudo llegar hasta el fondo generando algunas faltas cerca del área. Y con estas ocasiones, más lo hecho en el primer tiempo, Campaña se transformó en el rendimiento más alto del plantel, sacando varias pelotas de gol y estando siempre atento y cerca de la jugada. Llegando final se retiró Méndez e ingresó Aquino en un intento por reforzar el juego central del equipo aunque eran minutos de puro empuje y poco razonamiento. Por eso, Independiente jamás estuvo cerca de ganarlo. Los centros eran bien controlados por Champagne y por abajo, los defensores de Olimpo estuvieron sólidos y no cometieron errores. Con pocas ideas, errando los caminos, tirando centros innecesarios y con sólo el empuje lógico de un equipo que se quiere prender en el campeonato, volvimos a dejar puntos vitales en el camino. Un camino que parece no tener una salida que nos beneficie. A esta altura ya no se puede volver atrás y cuanto antes se debe enderezar la brújula que guíe el camino primero a un mejor juego y luego, que nos devuelva las victorias.