Una vez más, y luego de varios partidos, Jorge Almirón realizó un cambio en la táctica del equipo. Dejó de lado el 4-2-3-1 para usar un 5-2-1-2 con Zarate, Breitembruch, Figal, Cuesta y Villalba en la defensa, Méndez y Manuello en el centro, Montengro como único “creador” de juego y Riaño y Lucero de delanteros. En los primeros 25 minutos Independiente tuvo mucho más la pelota que el Ciclón y siempre la trato con mucha paciencia y prolijidad, de la mano del capitán y del Rolfi, al menos hasta tres cuartos de cancha donde todo se hacía un poco más atolondrado. En el aspecto defensivo, el Rojo intentaba presionar un poco por delante de la mitad de cancha, y a raíz de esta intención, a los 32 minutos el equipo fuerza una pérdida de San Lorenzo y el posterior desequilibrio de su defensa, donde Riaño recibe una dura falta en el borde del área, que Montenegro cambia por gol y pone el 1-0. A los 43 minutos, y por la lesión del “Alemán” Breitembruch, ingresó Tula pasando a jugar como último hombre y posicionando a Jorge Figal como stopper por derecha. San Lorenzo, por su parte, estaba librado a la creatividad e inspiración de su embleda y bandera Leandro Romagnoli, que se instaló por el sector derecho de la defensa roja, ya que tanto Matos como Cauteruccio, se encontraban bien controlados por los centrales del equipo de Almirón. En el inicio del segundo tiempo el equipo se retrasó varios metros para intentar jugar con la desesperación del local y agarrar desbalanceada a la defensa cuerva. Por eso ahora, los pases largos para buscar que pivoteen tanto Riaño como Lucero se hicieron más frecuentes. Y así, se generaron algunas jugadas interesantes, como una del Rolfi que se fue pegada al palo a los 13. Pero no todo salía a la perfección, si bien la defensa tuvo un sobrio trabajo, a Méndez le costaba recuperar la pelota en la mitad, y encima estaba condicionado por una temprana amonestación en el primer tiempo, por eso Romagnoli, y el ingresado Cavallaro se movían con mucha facilidad. Intentando contrarrestar esto, el DT dispuso el ingreso de Vidal por Rolfi, para formar un 5-3-2. Como dijimos, el equipo estaba unos metros retrasado, buscando pelotas largas para los delanteros, y la formula dio resultado a los 22 minutos, Jesús recuperó una pelota que tiró larga para Riaño que pierde la posición con Yepes, pero sigue presionándolo, obligándolo a jugar para atrás, y esto desencadena en un error y la posterior falta de Torrico sobre Lucero, y en el penal que Diego Rodríguez cambia por gol. Con mucho más aire para jugar, ingresó Francisco Pizzini por Riaño, y ahora las contras le dolían cada vez más a un San Lorenzo que lucía muy desordenado. Primero lo tuvo Lucero, después Figal y Pizzini en dos ocasiones. Con el correr de los minutos, San Lorenzo fue bajando los brazos e Independiente pudo adelantarse en el terreno, y tener más la pelota que en momentos anteriores de la segunda etapa. De tal manera que hizo correr el tiempo sosteniendo la posesión en mitad de cancha procurando no correr ningún riesgo en defensa. Sólo la pelota parada era la herramienta del local para intentar descontar en el marcador, y lo hizo, a los 36, en un rebote que capturo Tito Villalba dentro del área chica. Y a partir de este momento, parecía que todo lo hecho se venía abajo, San Lorenzo con más ganas que juego empujaba, e Independiente se notaba nervioso e impreciso para mantener el control de la pelota. Pasando mucha más zozobra de la que el partido aparentaba tenerle preparada. Por suerte, en el aspecto defensivo se seguía firme, con buenos partidos de Cuesta y de Figal, y se pudo pasar esa presión del equipo rival. En definitiva, Independiente jugó un partido muy sólido, el cambio de esquema y de nombres le vino muy bien para enfrentar a un equipo que claramente no se encuentra en su mejor momento, pero que tiene nombres y capacidad para complicar, y esto nunca sucedió. Por eso, el balance final del clásico es más que positivo, y esperemos que este rendimiento sirva para encadenar más actuaciones como esta.