caperucita roja
Por: Juan Pablo Sciuto
23 de febrero de 2020
Como en un cuento de terror, el Lobo se comió a “Caperucita roja” por 1 a 0. Para el equipo de Lucas Pusineri, cualquier rival parece tener las orejas, los dientes y las garras más grandes porque a cada partido aparece más indefenso. El Tripero, aun debilitado y a pasos del descenso, pudo superar con pocos recursos a un Independiente desvalido.
El año pasado Ariel Holán en una conferencia de prensa afirmaba: “Tenemos que seguir dando pasos firmes, porque el Independiente que no queremos está a la vuelta de la esquina”. La profecía del profesor, se cumplió. La situación del club de nuestros amores es angustiante y el partido del sábado es una clara muestra del derrumbe.
El Lobo jugo mejor, tuvo las situaciones más claras y pudo haber ganado por más goles si no fuera por la mala definición de sus delanteros en varias oportunidades. Todo lo contrario paso con el Rojo, que no generó una situación de gol en noventa minutos.
El rendimiento colectivo del equipo es muy bajo, seguramente influenciado por la falta de compromiso de algunas individualidades. Juan Sánchez Miño y Cecilio Domínguez parecen no tener ganas de vestir la camiseta de Independiente. El primero hace rato que no está a la altura y en el último mercado de pases quiso irse a Estudiantes. Por su parte, el paraguayo parece influenciado por el murmullo constante de la gente y su apatía hace que parezca una locura haber gastado seis millones de dólares por su pase.
Por otra parte hay jugadores que demuestran no estar a la altura de vestir la camiseta del Rey de Copas. Por supuesto que este descalabro hace que cualquier rendimiento individual sea tomado con pinzas ya que es muy difícil sobresalir en este momento. Igualmente, Domingo Blanco, Lucas y Braian Romero parecen no estar a la altura del club que representan.
Pusineri, aun con crédito abierto por el desastre institucional que estamos atravesando, sigue sin darle herramientas al equipo. Por supuesto que es una víctima más de la realidad de nuestro club, pero duele ver el retroceso del equipo semana a semana y que algunos niveles individuales como los anteriormente citados, empeoren domingo a domingo.
Además, cuesta entender algunas decisiones, como los cambios tardíos puesto por puesto en todo momento con un esquema rígido cuando los partidos muchas veces piden lo contrario. Es necesario que el DT se logre abstraer del momento del club e intente hacer un lavado de cabeza de cara a lo que viene para evitar complicaciones a futuro.
El Independiente de la autodestrucción, atraviesa su cuarta crisis profunda en veinte años. La primera, en 2001 que se solucionó transitoriamente trayendo refuerzos de jerarquía que nos dieron un campeonato aunque la solución fue pasajera.
La segunda, en 2008, cuando Gallego y Menotti armaron un equipo sin gran presupuesto acertando los refuerzos y formando un plantel que lucharía hasta el final los dos campeonatos jugados. La tercera en 2013, con el triste desenlace del descenso. Gracias a la actual dirigencia el club pudo levantarse y volver a ubicarse en los planos internacionales. Pero también por culpa de esta misma, hoy Independiente atraviesa su cuarta crisis en veinte años. Es necesario evitar que termine como la última. Es imprescindible y urgente tener un proyecto futbolístico integral.
Que la dirigencia se apoye en gente que realmente este a la altura en el manejo del fútbol profesional, antes que sea muy tarde. Quedan dos partidos por Superliga y mínimo once más por copa de la liga. Es momento de comenzar a sumar puntos para no sufrir a futuro. Dejemos de ser la Caperucita roja para volver al lugar que merecemos y citando nuevamente una bandera: "Háganse cargo, esto es Independiente".
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