Independiente comenzó tibio, lento y con ciertas dudas ante Deportes Iquique en la noche ruidosa y llena de aliento por parte de los hinchas Rojos, que se acercaron hasta Calama para ver al equipo de Ariel Holan.
Un primer tiempo que estuvo inmerso de inquietudes y más aún cuando el local, de floja jerarquía, anotó el 1-0 para poner en situación incomoda al conjunto de Avellaneda que, en suelo argentino, complicó el trámite por demás con aquellos dos goles en contra sobre el final.
Perdidos y desconectados estuvieron Nery Domínguez y Diego Rodríguez en la mitad del terreno. Con Ezequiel Barco que, a pesar de "la avenida" -según lo describió Ariel Holan en pleno desarrollo- para dar el balón, optó siempre por malas ejecuciones cuando el momento pedía pases rápidos y, con el atenuante de no tener peso en la ofensiva con Leandro Fernández -de pobre partido- produjeron una inestabilidad propiamente de un equipo nervioso por encontrarse a un gol de quedar eliminados.
La premisa era clara: Cederle al rival la iniciativa y aprovechar la velocidad para explotar ese sistema. El tanto de Maximiliano Meza, de buena actuación en el encuentro, acomodó un poco las piezas y bajó claramente el volumen del rival que no pudo recuperarse del cachetazo.
El segundo tiempo fue otro partido a pesar de tener los altibajos del primero. Los engranajes del mediocampo ajustaron las clavijas y fueron el termómetro para saber cuando era el momento de presionar y cuando ameritaba esperar. Las bandas bien cubiertas por Fabricio Bustos y Nicolás Tagliafico, le dieron un salto de calidad a un equipo que se vio muy superior en aspectos básicos de juego al equipo contrario que lentamente se quedó sin ideas ni presencia pese a su localía.
A pocos minutos del final y con un exquisito pase de Nery Domínguez, llegó el gol de Lucas Albertengo para poner el 2-1. Con ese resultado se bajó el telón de un partido que no se ganó por buen fútbol, sino por el carácter que demostró el equipo sin animosidad de aminorarse en un país donde históricamente le ha costado ganar.
Siendo el último cotejo de Emiliano Rigoni, quién para la despedida regaló un doble caño en el primer tiempo sobre la línea derecha del terreno, será momento de que los dirigentes en conjunto con el cuerpo técnico, comulguen en la idea de reforzar ese vacío con un jugador a la altura de las circunstancias.
Ahora Independiente tendrá el compromiso de pasar de fase nada más y nada menos que ante el mismo equipo con el que se verá en Copa Argentina: Atlético de Tucumán. Para ese entonces el buen fútbol tiene que ganarle la pulseada al carácter si es que el Rey de Copas quiere reinar nuevamente en Sudamérica como lo hizo en 2010.