de punta a punta
Por: Gonzalo Spano
25 de agosto de 2019
Independiente venció por 2-0 a Colón de Santa Fe en el Libertadores de América y superó a su rival en todos los aspectos durante los 90 minutos. El equipo de Sebastián Beccacece revirtió la imagen del equipo tras un gran segundo tiempo.
El planteo del entrenador esta vez fue claro: Independiente no podía seguir jugando a defenderse y mucho menos de local. Ante un limitado Colón, presionó alto, se hizo dueño de la pelota y manejó los hilos del partido al ritmo de Pablo Pérez y Juan Sánchez Miño, dos jugadores que nunca deberían salir del equipo. En ataque Independiente se paró con un 433. Lucas Romero, Pérez y Sánchez Miño en el medio, Sebastián Palacios y Domingo Blanco en los extremos y Silvio Romero de nueve. Formación que caracterizó a Beccacece en su paso por Defensa y Justicia. Sin embargo, a la hora de defender se paró con un 442, en donde los dos extremos pasaron a ser volantes por las bandas y uno de los interiores (casi siempre Sánchez Miño) presionaba a la par de Silvio Romero. Fue a partir de esa presión que el rojo pudo incomodarle la salida a Colón y generar peligro en el área.
A pesar de haber controlado el juego y de estar arriba en el resultado, Independiente no encontró su mejor versión hasta el segundo tiempo, donde hubo un cambio más actitudinal que táctico. El equipo siguió jugando de la misma manera pero el rendimiento de varios jugadores se potenciaron. Domingo Blanco creció hasta ser el más desequilibrante por su punta al complementarse con Bustos. Silvio Romero estuvo activo tanto en la presión como en el juego.
A diferencia de los demás partidos, es para destacar la cantidad de jugadores con la que atacó el Rojo. Tras varios partidos en que la ofensiva eran dos o tres puntas aislados y jugando en largo, esta vez se llegó a ver hasta a ocho jugadores rojos sitiando el área del sabalero. Solo dejó atrás a Barboza y a Figal como garantía, el resto se volcó en ataque.
La mitad de cancha fue lo más destacado del rojo. Lucas Romero se adueñó del círculo central. Siempre se lo encontró bien parado, cortó y distribuyó a su parecer. El ex Vélez juega simple y es ordenado. Gana por arriba y traba abajo. Mientras que Pablo Pérez y Sánchez Miño, las dos figuras del partido, hacían jugar al equipo. Asistieron a sus compañeros, encontraron los huecos en la defensa rival y generaron las jugadas más peligrosas llegando desde atrás. La experiencia de ambos les permite tener un panorama distinto en la cabeza que se vio reflejado en cada ataque.
El rendimiento individual de varios jugadores y el funcionamiento del equipo le deberían dejar muchas certezas al entrenador de cara a lo que se viene. Habrá que ver si es capaz de asimilar la influencia de algunos jugadores dentro del campo de juego.
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