"Mancuello no es ídolo, es referente" me dijo un amigo hace unos días. Y con razón. Al ídolo se lo quiere ciegamente (se lo idolatra, como la palabra implica) pero al referente se lo sigue.
Y el seguimiento siempre es consciente. No nos enamoramos de Mancuello de un día para el otro, ni de una palabra para otra, ni de un gol para otro. Estábamos en un momento tan vulnerable de nuestra historia, que no podíamos confiar en cualquiera. Mucho menos en uno que siempre había estado ahí. No teníamos por qué.
Es por eso, porque no partimos de lo extraordinario sino de un camino, que Mancuello hoy no es ÍDOLO de Independiente (aún en un momento de la historia sin ídolos), pero es otra cosa todavía mejor. Referente. Uno que marcó una dirección. Lo más razonable es tener alguien a quién seguir primero y a quién adorar después.
Perdimos un montón de cosas y perdimos un montón de veces la confianza en todo, en estos últimos tiempos, pero ganamos un capitán. Aún con todo lo que se le puede cuestionar. Porque contra todo gana una certeza: Mancuello quiere a Independiente. Y cuando en vez de ser capitán de tu club sos capitán de una forma de querer a tu club, te convertís en guía de mucho más que 10 compañeros.
Por eso ahora que (según dicen) se vá (y sí, está bien, en algún momento tenía que pasarle y tenía que pasarnos) queda un desafío: convertir al referente en referencia. Esperar ver en la cancha ese compromiso que tenía él. Y esperar ver en la tribuna esas ganas de confiar en alguien que despertaba él.
"Ojalá no se vaya a Ucrania, ojalá se vaya a algún lugar donde yo desde acá pueda prender la tele y seguir viéndolo", decía otro amigo hace unos días. Gracias a vos, por el cariño que te tenemos a vos, Mancu.
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1613 correspondiente al día
15/12/2024 |
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