demasiado tarde para lagrimas
demasiado tarde para lagrimas
Demasiado tarde para lágrimas
04/04/2016
Por: Juan Manuel Colomer
4 de abril de 2016
Se veía venir. Era tan solo una cuestión de tiempo. El Independiente de Pellegrino ganaba pero era incapaz de usar esas victorias para, con la tranquilidad que da sumar de a tres, buscar el ansiado funcionamiento que le permitiera dejar de necesitar del azar para seguir prendido en el campeonato.
Desde aquel 4-1 ante Colón, que sirvió para enderezar el rumbo de un barco que se hundía apenas empezaba a navegar, hasta el penoso empate de anoche en Junín, nada cambió. O si. La diferencia estuvo en el marcador. Independiente jugó igual o peor que siempre solo que esta vez no tuvo ni la fortuna, ni la contundencia, ni la eficacia ni el peso específico de sus individualidades que pudieran rescatarlo, una vez más.
Este equipo aburre. Ver a este Independiente es un dolor de ojos. No genera nada. Ni adentro ni afuera. Es híbrido, apático e inofensivo. Un equipo hecho a imagen y semejanza de su entrenador, repleto de miedos y recaudos. Un equipo sin amor propio, incapaz de revelarse ante un técnico que, evidente y claramente, no les da absolutamente nada.
Si alguien veía el partido de ayer sin ninguna información previa, era imposible que dijera que el equipo que no ganaba hace siete partidos y estaba en zona de descenso era Sarmiento. Otra vez este conjunto de Pellegrino falla en un partido clave. Repite fórmulas y errores y, por consecuencia, consigue ni mas ni menos que los mismos resultados. Lógica pura. Sin embargo, aún con todo esto, la dirigencia analiza inexplicablemente renovarle en Junio. Estamos condenados si realmente es así. Porque este equipo siempre juega mal. Siempre jugó mal, salvo contadas excepciones. La única variable fueron los resultados. Cuando gana, esconde la basura debajo de la alfombra. Pero todo eso es maquillaje. Más temprano que tarde se corre y deja ver la verdadera cara de un equipo que, después de casi un año de Pellegrino, nunca consiguió una identidad de juego. Se sostuvo a base de victorias en partidos menores a cambio de perder dolorosamente los más importantes y definitorios.
Lamentablemente se decidió mantener un ciclo que estaba cumplido y no se animaron a dar un golpe de timón que nos permitiera mantener una real ilusión de ganar un campeonato que, una vez más, se presentaba accesible. Pasó con el arquero Rodríguez primero, y con Pellegrino después. Caprichos que salen muy caros y terminamos pagando nosotros los hinchas.
Siempre es mejor cambiar a tiempo. Porque si no se cambia a tiempo, seguramente después ya sea demasiado tarde para todo. Incluso para lágrimas.