el metodo holan
Por: Christian Alonso
27 de agosto de 2020
En una entrevista con el sitio oficial de la Copa Libertadores, el exentrenador de Independiente contó los secretos de su sistema de juego, sus métodos de trabajo y cómo la cuarentena lo ayudó para mejorar en la comunicación. ¡Leé la nota completa!
Afirmando que el fútbol que busca pregonar se asemeja al que 'mamó cuando pibe' mirando al Independiente del Flaco Menotti, Ariel Holan dejó conceptos muy claros sobre su idea de juego, la planificación dentro del deporte y sus sistemas preferenciales.
- ¿Cómo convence con su idea?
- Un entrenador tiene un sistema de juego. Cada entrenador tiene el suyo. Hay una metodología relacionada con ese sistema de juego. Para volcar ese sistema o idea de juego necesitás no menos de 30 o 35 entrenamientos. Ahí, el equipo debe tener una línea de lo que vos pretendés. Pero está también la eficacia: que es cuántos partidos uno precisa para encontrar el equipo para poner en la cancha. Eso lleva tiempo. Siempre, las primeras son las más duras porque están las transiciones de distintos procesos, de entrenador a entrenador, ni mejor ni peor, diferente. Cuesta ese período de adaptación.
- ¿Qué tanto valor le da a la planificación?
- Quiero empezar por un atenuante. En el fútbol sudamericano hablar de planificación a largo plazo es muy difícil. El entrenador no siempre tiene un contrato a tres años, que sería lo ideal. Y, si lo tiene, cada semestre empieza de nuevo porque el mercado es muy vendedor. Cuando ya creés que encontraste un funcionamiento, te buscan dos o tres futbolistas que son la claves. Necesitás siempre tener ese tiempo para preparar al titular, al suplente y al tercero.
- Pero es difícil tener ese presupuesto.
- El suplente y el tercero idealmente tienen que ser del club donde uno está trabajando. En nuestros países, no todos pueden hacer grandes inversiones. Es muy importante poder trabajar con los futbolistas jóvenes, potenciarlos e intentar insertarlos para que, en los reemplazos, la línea de juego sufra lo menos posible.
- ¿La planificación varía según los partidos o no la modifica?
- Esos 30 o 35 entrenamientos tienen que ser como la Biblia: son los mandamientos. Ahí hay que construir la estructura del equipo que generalmente uno lo hace el primer día de la pretemporada. Pero me gusta planificar por microciclos de una semana.
- ¿En qué se basan los objetivos de esa planificación?
- Un porcentaje está relacionado al crecimiento de nuestro sistema ofensivo y defensivo. Pero, a su vez, vos vas a enfrentar a los rivales: una parte tiene que estar referido a las características del partido que vos vas a jugar. Si te toca un equipo que va a hacer presión en altura, que te va a tratar de meter en tu arco, hay que armar acorde a eso. Si al fin de semana siguiente, se da al revés, se repliega y espera para que vos te equivoques, los recursos son distintos.
- ¿Qué es un sistema de juego?
- El sistema, una de las definiciones de diccionario, es un conjunto de partes que se relacionan entre sí. Si hablamos en el fútbol, es cómo yo pretendo que mis futbolistas se relacionen. Sistema es estructura. Uno puede optar por decir yo tengo un sistema anárquico. Quiero un equipo dinámico, vertical, agresivo, pero dependo más de las características de futbolista y de lo que haga. O juego con un sistema donde respeto una estructura donde sin coartar las libertades, pero que funciona como una orquesta donde hay que tocar una partitura. No depender de un iluminado.
- Sería una división entre organizado o espontáneo.
- Yo creo que el fútbol no se divide entre ofensivos y defensivos, porque esos son matices que a cada entrenador le dan su seguridad. Pero sí hay una gran división entre los que juegan sistema de juego o los que juegan sin sistema. A mí me da seguridad tener sistema de juego. En ataque, tener la característica de relacionarnos en un campo de juego. En defensa, es qué cohesión hay entre líneas, qué agresividad, si va a forzar o no el error del rival.
- ¿Las salidas desde abajo hace que el equipo se las estudie o da conceptos para la creación?
- La salida ideal es que el arquero saque, se la dé al nueve y haga el gol. Eso el rival no te deja. A partir de allí, a mí me da seguridad tener el balón y entrar con pelota dominada al campo rival. Tenemos que empezar por el arquero, que idealmente tiene que jugar con los pies como un futbolista de campo. Tenemos algunas salidas preestablecidas. Pero yo no concibo el fútbol como agarrar un librito y decir salida uno, dos, tres. Sí tenemos de acuerdo a lo que hace el rival distintas alternativas. Lo fundamental es entender. El que elige es el futbolista. Eso es lo más importante porque el rival puede variar: si yo doy tres maneras de salida y me las tapan, me quedo sin variantes.
- ¿Qué lugar le da a la creatividad?
- Mucho. Por esto que te decía: no soy amigo de decir tenemos 10 salidas, vamos a aprendérnosla. El futbolista tiene que tener plan A, plan B y plan C, pero él es el que elige. Porque es el que juega. Sobre todo a nivel sudamericano donde la creatividad es una de nuestras grandes virtudes y, también mal canalizada, es una de nuestras grandes falencias. El creativo enriquece el sistema de juego. En una orquesta, hace diferencia cuando toca el instrumento, pero está en la orquesta. Vos decís qué baterista, más allá del cantante. Y, por ahí, le dejan un solo y decís “mamita, lo que es este muchacho”. La zona de mayor creatividad es la zona de tres cuartos para adelante. Ahí es: “Gambeteá y pateá y comete al defensor”. Un mediocampista que se gira y te mete un pase de gol. Pero dentro de un sistema.
- ¿Cómo se trabaja eso?
- Requiere tiempo y confianza. Hay arqueros que no se sienten cómodos en esa función y otros se sienten muy seguro con los pies. Querer estructurar un ataque posicional cuando no se tienen esas características es muy riesgoso. Yo no creo en tener un número de salidas porque un futbolista tiene que tomar decisiones cuando los jugadores se mueven. Sí, hay que profundizar en el concepto: por ejemplo, si yo voy a salir jugando con el arquero, necesito tener superioridad numérica. Esto uno lo intenta hacer, pero hay equipos de muchísima jerarquía que presionan muy arriba y muy bien y complican eso. Y, para vulnerar esa presión, yo necesito tiempo para entender conceptualmente y para ganar confianza.
- ¿Qué hace falta para eso?
- Si el ataque posicional se inicia en el 1, lo primero que hay que respetar son sus características. Puede ser un futbolista no tenga juego corto. Siempre hay que darle al jugador el poder de jugar con su fortaleza. Capaz tenés uno que es dúctil con los pies, pero en la patada larga no. El que tiene ambas características hace al equipo al que es más difícil para presionar. Esto se traduce a los centrales. Porque para salir es indispensable que los centrales, los laterales y el volante tengan el recurso de pase y de recepción.
- ¿Por qué le gusta ese juego?
- Es el que mí me identifica desde mi época de entrenador de hockey porque en ese deporte la pelota no va por arriba. Es el juego del Independiente de mi adolescencia, los equipos del Flaco Menotti. Yo veía una simbiosis entre el hockey y los equipos del Flaco Menotti. Eso es lo que a mí me gusta. Ahora, hay que crecer y, a veces el tiempo, es cruel. Si vos tenés un arquero que no está acostumbrado y hace 25 años juega al fútbol, no es fácil de la noche a la mañana pedirle que salga jugando con sus defensores.
- Pero…
- Esperá. A mí no me gusta decir que salgo jugando desde abajo si el arquero se la da al central y el central la tira lejos. Eso no es salir jugando de abajo.
- ¿Qué tan complejo es el miedo a cambiar la costumbre?
- Yo no tengo temor y trato de inculcarle a mis futbolistas que no lo tengan. Si yo tuviera esa fórmula en la que, sin correr riesgo, también podemos ganar, lo haría. Pero capaz la tiro larga, rebota y ya estoy hundido de nuevo. A mí me da seguridad tratar de jugar lejos de mi arco. Hemos hecho hermosas jugadas que han terminado en goles, hermosas que no han terminado en goles y muchas que terminaron en goles en contra. Pero ahí uno ve el porcentaje y ve que son más las que salieron bien que las que salieron mal. Entonces, hay que profundizar.
- ¿Cómo es cuando no sale?
- Tuve dos partidos totalmente diferentes en la Copa. El primer partido, contra Inter en Porto Alegre, el rival me vino a buscar en altura con jugadores dinámicos y yo le quebré la línea defensiva muchas veces: tuvimos oportunidades que se diluyeron por precisión. Pero quedamos mano a mano, a 35 metros del arco, lo que es duro para ellos porque son 35 metros hacia atrás de espalda. Eso fue Inter. El otro partido tuvimos el balón todo el partido, tuvimos muy buenos ingresos a campo rival, pero no tuvimos de tres cuartos de cancha no tuvimos la posibilidad de encontrar el remate al arco. Creo yo, no defendimos bien las pérdidas. El partido fue diferente. Nos faltaron recursos para quebrar más veces la línea defensiva.
- ¿Qué denota eso?
- Que nos falta trabajo. Horas de entrenamiento. Desde lo conceptual, en la pandemia creo que aprovechamos tiempo para mejorar en ese aspecto. Estamos contentos de que el equipo levantó muchísimo su umbral de entendimiento del sistema de juego. La vuelta nos encuentra mejor posicionados.
- Habla del tiempo. Muchas veces desde otros deportes como el hockey o el básquet o el vóley se señala que en el fútbol se entrena poco.
- Depende la liga. Si vos jugás tres partidos por semana, capaz que hacés 35 kilómetros por semana. Es mucho. Si juego un partido por semana, por ahí se entrena poco. Pero hay una cuestión rara. El fútbol va perdiendo su lado amateur. Porque a todos nos pasó, aun a los que no hemos jugado al fútbol profesional, que íbamos a un club de barrio, mi papá hacía el asado, un amigo y yo comíamos a las dos de la tarde, 30 grados, pleno verano, y nos íbamos a jugar a patear al travesaño todo el resto del día. Había un juego que se llamaba mortadela: tres contra dos, pateaba el arquero y depende quién la agarraba se atacaba, siempre había uno neutral. Lo armábamos nosotros con diez años. Estábamos seis horas hasta que no había luz. Los futbolistas nuestros cuando tienen menos de doce años juegan cinco veces por semana al baby fútbol. La mayoría va cuatro o cinco veces al fútbol once. Y juegan el fin de semana. Entonces, te aseguro, se entrenan muchas más horas que cualquier deportista olímpico de juego colectivo. Ahora, ese proceso se interrumpe a partir de la llegada a novena división. El lunes, por ahí, no tocar la pelota y a correr. El martes, un físico más fuerte y alguito con la pelota. El miércoles muy poco. Resulta que entrenaste dos días y el partido. Es poco. No puede ser que solo en la edad de oro, que es 8 a 12, se entrene así.
- ¿Qué opina de la línea de tres defensores?
- Bilardo dio una charla extraordinaria para entrenadores y él contó cómo se le ocurrió la línea de 3. Dijo, si en el Mundial todos me van a poner dos delanteros, yo voy a poner ahí tres. No quedamos mano a mano. Yo prefiero la línea de cuatro. La alineación que más me gusta es 4-3-3 y 4-2-3-1. Pero yo creo que un equipo tiene que tener recursos y cuando por ahí hay diferencias de velocidades o de habilidades o de diferentes características y, quizás, la línea de 3 sirve para lo que dice Bilardo. La alineación tiene que estar relacionada a un sistema de juego y también la metodología. Porque no son lo mismo los ejercicios que uno hace si va a jugar con línea de 3 o de 4. No son lo mismo los relevos. No son los mismos sin pelota o los anticipos. Si jugás mano a mano, anticipar no es tan fácil. Si dejás uno, sí. Capaz tenés tres centrales excepcionales y tienen juego aéreo o buen pie. Pero, ojo, con 3 o con 4 nuestro sistema de juego no tiene que variar: seguimos jugando de abajo. La alineación es un recurso para llevar adelante el sistema. Y la metodología es un recurso para la alineación y para el sistema.
- ¿Para qué aprovechó la cuarentena?
- Cuando no hubo fútbol, mejorar la comunicación. Tener más conversaciones y de mejor calidad. Uno ahí tiene mucho que crecer y viene de generaciones en las que las cosas eran así y porque así te las decían, tenías que hacerla. Las conversaciones tienen que ser más amplias y más profundas. Una buena comunicación retroalimenta la confianza y en el fútbol es clave. Dediqué mucho tiempo a este tema, a mejorar mi cohesión con mi equipo de trabajo, con mis futbolistas.
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