Triste realidad
Lo que todos ya sabemos, pero no pasa
Por: Javier Brizuela
6 de marzo de 2023
Hay algo que quedó claro la semana pasada en cancha de Banfield, tras el papelón del equipo de Stillitano. Y ayer, por si alguien mantenía alguna duda, se volvió a confirmar. Porque nuevamente se cometieron los mismos errores, tanto adentro como afuera del campo.
El ciclo del DT está cumplido, por varias razones, y es solo por una cuestión de códigos morales y querer pagar menos costos políticos, que se lo mantiene en el cargo. Así como no se necesita más que una cita para entender cuando algo va bien, no hay que ser un experto en fútbol (si es que existen), para comprender que solo un milagro puede torcer este rumbo con el timón actual. Lo sabe del primero al último de los jugadores, los dirigentes y los hinchas.
Lamentablemente él no demostró estar a la altura, ni con los planteos, el armado del once inicial, los cambios y las declaraciones. Y tras lo ocurrido en el Solá ante el Taladro, ayer repitió lo que se le viene criticando, en los 90 minutos y en la conferencia.
Después de involucionar fecha tras fecha, no se le pudo ganar, ni siquiera patearle al arco al último de la tabla, equipo que había ganado uno de doce, jugado en la semana y que jugó casi todo el partido con uno menos. Tras eso, gracias a otro penal que podrían haber omitido y 20 buenos minutos, no solo que no se mantuvo la ventaja, sino que no se perdió por el arquero un partido que íbamos ganando por dos goles ante Instituto en Avellaneda.
Volvió a perder siempre de arriba, incluso con cuatro centrales. Volvió a perder el medio, volvió a partir al equipo, volvió a gastar un cambio en el lateral derecho, puesto en el que pone un ratito a cada uno, dinamitando la poca confianza que puedan tener. Y volvió a pedir paciencia en la conferencia, diciendo que Independiente tuvo dos distracciones en pelotas paradas.
¿Es todo culpa del técnico? No, está claro. A pesar de sus graves errores, encuentros como el de ayer o el de Banfield se deberían ganar igual.
Pero tan vieja como el fútbol es la conclusión de que si el plantel no le responde, el entrenador se tiene que ir. Y mientras más tarde en pasar eso, más graves serán las consecuencias. Hoy el Rojo está en el puesto veinte, a tres puntos del fondo de la tabla en este engendro de 28 equipos. Y hay material para jugar mejor, se debe jugar mejor.
Mientras tanto, la dirigencia que nos dijo que eran imposibles Heinze y Gareca, hoy en Newell's y Vélez, no quiere pagar el costo político de subsanar rápidamente su error. Porque la equivocación no es traer a un DT inexperto, esto es fútbol y puede salir muy bien, sino miren al Chiqui Tapia haciendo y deshaciendo a su antojo, sin que nadie le pueda decir nada ante el brillo de la copa del mundo ganada por SU Scaloni. El tema es que una cosa es hacerlo por convicción y otra por no poder concretar algo diferente.
No nos dijeron apenas ganadas las elecciones, nuestro técnico es este, ya charlamos, nos convenció, y creemos que es el ideal para el club por esto y lo otro. No, lo trajeron después de que los planes del A al J dijeron que no.
Y esa diferencia, es la que los convierte en los mayores responsables de este momento. En el que Independiente necesita un entrenador.
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