el paseador de perros
el paseador de perros
El paseador de perros
19/02/2016
Por: Eugenia Ferreras
19 de febrero de 2016
Los perros se parecen a sus dueños, hasta que están en grupo. Ahí, se parecen al paseador.
Los jugadores también se parecen a sus dueños. Digamos, a sus representantes. Y es que el jugador siempre está negociando. Con su estado de ánimo, con sus compañeros, con sus preparadores, consigo mismo. Negocia con toda su realidad hasta sentir que tiene todo para demostrar cuánto vale.
Hasta que está en grupo. En equipo. Ahí, los jugadores se parecen al DT.
Todos somos capaces de sacar a pasear a nuestro perro, pero si nos dan dos, tres, cuatro, no lo sabemos manejar. El paseador de perros es uno que sí puede con todo porque tiene la suficiente autoridad para saber acomodar la manada que le es dada. Elegir un líder y entender que el resto de los perros lo va a seguir. Poner a los más firmes atrás y a los más rebeldes en el centro. Controlarlos ante las amenazas del cruce con otra manada o saberlos detener en una esquina. Manejar el ritmo de cada especie y saber a quienes tiene que tirarles más y a quienes menos de la correa.
No hay escuela para el paseador de perros. El paseador tiene que ser un líder natural. Por más que le aconsejen y le enseñen la mecánica del paseo, la sensibilidad de liderazgo se tiene o no se tiene. Y cuando no se tiene, lo que vemos es a un pobre pibe con correas enredadas que no para de gritar el nombre de sus canes para llamarlos de vuelta al orden, a cada cuadra, todo el tiempo, todo el paseo.
Central se parece a Coudet. Todo orden y toda rebeldía de cada individualidad, vienen de una correa tirada por la misma mano.
Independiente se parece a Pellegrino. Un paseador que tiene buenos perros, pero que no logra llevar la manada ordenada hasta el final del paseo. Porque falta eso que no se aprende en ningún lado y es lo que más asusta. Pellegrino parece no estar teniendo la sensibilidad (que en algun momento sí tuvo) de saber llevar la jauría.
Decirle perros a los jugadores era agresivo hasta que salió ese texto que hablaba de Messi siendo un perro siempre tras la pelota. Desde entonces, la fantasía de cualquier hincha es poder decirle "perros" a los jugadores de su equipo, en el sentido Messi de la palabra.
Nosotros podríamos. Quisiéramos. Pero por ahora no. Por ahora todo es silbidos y bronca. Ganas de que se vayan todos. Ganas de renunciar.
Después se nos pasa. Después dejamos que sane la herida, nos volvemos a enamorar y renovamos las ganas pensando en el partido que viene. Ser hincha también tiene que ver con eso.
Ser hincha de Independiente, es eso.
Así, cambiantes pero a la vez (y ante todo) ambiciosos. Estamos en ese momento raro y ansioso de nuestra historia. Y de nuestro estado de ánimo.
Un poco, es el aire que se respira en la cancha, en el club. Y es que los clubes se parecen a sus dirigentes.