es nada mas que todo esto
Por: OrgulloRojo
4 de mayo de 2020
Probablemente nos la contagiaron los padres, los abuelos o algún tío. Le decimos pasión, a esa realidad que es también una emoción imposible de explicar con palabras.
Se siente cuando ves esos, tus colores, tu bandera y por sobre todo, tu hinchada. Se vive desde la previa, con los nervios, las cosquillas en el corazón, el grito de la hinchada, donde uno siente que todos somos uno y cantamos desaforadamente con el alma. Alentando, uno siente que deja
la vida en las tribunas con cada jugada, fallo del árbitro a favor o en contra.
Corrijo: uno literalmente deja la vida en la tribuna porque es una pasión y la pasión es así, a todo o nada. Aunque después nos de vergüenza lo que gritamos, sentimos, dijimos y como lo hicimos. En ese momento nada nos puede parar, el que está en la cancha es nuestro equipo, porque el equipo es de uno. Porque Independiente es parte de uno.
Se vive desde la fiesta en la hinchada, las canciones, la música, el carnaval, el amor por la camiseta, se vive desde adentro y nos desborda por todos lados. Cada córner a favor nos devuelve la ilusión, cada contraataque nos angustia desesperadamente y creemos en Dios o en el Diablo, da lo mismo, mientras escuche nuestro pedido: que la pelota entre en el arco contrario, por favor… O que termine ya el partido si vamos ganando, aunque sea 1-0 y sin parar una pelota… Cada penal es un regalo o el peor castigo, el golazo puesto a los 46 del segundo tiempo es impagable, no tiene precio, definitivamente no importa si fue un regalo de Dios o del Diablo, se disfruta de la misma manera.
Es un grito desde el alma y con el alma, que puede ser de alegría o dolor según el resultado del equipo, porque uno siente que gana o pierde con el equipo, siempre.
Es la adrenalina del resultado final y esos 90 minutos para renacer o morir. Los que te dibujan una sonrisa toda la semana o te amargan por los días que falten hasta el próximo partido. Y ahí uno vuelve, siempre vuelve, ¿cómo no va a volver? Si se lleva en el alma, cómo no va a volver a poner la voz y el corazón en la cancha si desde siempre, no importa el resultado, sabe que nunca va a poder parar esta locura.
Uno insiste porque el amor a esos colores todo lo puede. Y de repente hasta sabés matemática mejor que nadie y entendés de jugadas, de posiciones, tácticas, estrategias. No dejás de ponerte la camiseta porque es cábala, y por dentro rogás que esta vez no falle…
Es solo un juego, nada más… se gana y se pierde con la misma probabilidad. Es solo un juego que se lleva en la sangre, en el alma y en el corazón. Es tan maravilloso que aunque uno no sepa como va a terminar el partido, porque en el fútbol todo puede pasar, igual sabe que tiene que estar ahí, en la cancha, con su gente, con sus colores con su bandera. Apoyando y alentando al equipo, para ser feliz o para sentir ganas de llorar, es pasión: no se explica…
Es fútbol, nada más… Pero cada fecha uno necesita esa droga maravillosa que mueve el alma, el corazón, la sangre y que hace que la piel se erice en cada grito de gol.
Flavia Cordoba, para Orgullo Rojo
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