familia
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Familia
15/09/2016
Por: Eugenia Ferreras
15 de septiembre de 2016
No es la primera vez que arrancamos bien. Hablo de estos tiempos, no de la historia.
En casi todos los últimos ciclos arrancamos medianamente bien. En casi todos los últimos ciclos nos ilusionamos. No tiene casi nada de especial, esta ilusión.
Salvo, quién está al frente.
Milito dijo antes de su debut que Independiente necesitaba convertirse en una familia. Algo de eso, es el problema que venimos arrastrando. No por nada no solo técnicos sino también jugadores, no se encuentran cuando están en el club pero son campeones donde sea que se vayan después de salir de Domínico por la puerta de atrás. Siempre mal. Siempre después de una decepción.
Independiente hace rato que es demasiado un club, demasiado deber y poco familia. Poco disfrute, poco recordarnos por qué estamos en ésto.
A Independiente le falta ser familia.
Saber que todo siempre puede estar peor, pero al final del día nos podemos mirar a los ojos sabiendo que dimos todo. Lo que nos decepciona hace tiempo es que atrás de las derrotas viene la sensación de que no hay salida, porque no se puede confiar en nadie, porque las figuras vienen y se van, si no pueden cumplir su trabajo. Y cuando se van, queda en evidencia que esto era sólo un trabajo. Y para nosotros, para lo que esto es la vida, eso no nos basta.
Queremos que los que están en la cancha sientan las cosas tan personales como nosotros. Es imposible despegarnos de eso.
Y es imposible no decepcionarnos cuando el equipo no nos inspira nada. Independiente no dejó que nos colguemos de ninguna ilusión, en todo este tiempo, porque nunca pudimos terminar de confiar en nadie.
Ahora bien. Lo que tiene de distinto este ciclo, es que podemos desconfiar de todo, menos de las razones de Milito. Él viene por amor, además de por vocación. Él viene a ser técnico y a ser padre. Puede equivocarse, pero todos los padres se equivocan. Puede llevar tiempo saber qué es lo que hay que hacer, pero a un padre los tiempos se le conceden.
La diferencia entre este ciclo y los que nos preceden, es que tenemos que agradecer que quiso hacerse cargo de nosotros un padre. Uno del que podemos dudar en todo, menos en su entrega que no espera nada a cambio.
Este año tiene a favor que aunque el tiempo nos decepcione, nos va a costar mucho más ponernos en contra, rebelarnos, violentarnos. Porque a un padre siempre terminamos volviendo. Porque sabemos que todo, aún lo que hace mal, lo hace pensando en nuestro bien.
Es prometedor, lo que se nos viene. Pase lo que pase, va a ser grande. Porque este año somos más grandes. Tenemos el corazón mejor dispuesto. Somos, tenemos que serlo, una familia.