feliz cumple maestro
feliz cumple maestro
Feliz cumple Maestro!
25/01/2016
Por: OrgulloRojo
25 de enero de 2016
El 25 de diciembre de 1975 yo cumplí 7 años. Sí, tantos como las Libertadores del rojo.
No es fácil esa fecha. Uno se ha pasado la vida levantando el reclamo de “claro, a mi me hacen un solo regalo” y todas esas cosas.
Sin embargo esa vez, esa noche tórrida de pesebre ateo, fui más feliz, mucho más feliz que otras.
Ese año había empezado la primaria y por cierto, me había destacado. Mi maestra, la señorita Marta, me adoraba. Del colegio solo llegaban felicitaciones porque ese morochito que había entrado llorando los primeros días, era un gran alumno y mis viejos, como todos los viejos del mundo, estaban contentos.
Pero por mucho que Estela y Rodolfo me quisieran “premiar”, hace 40 años los regalos que se le podían hacer a un chico no se parecían a los de hoy. Los autitos eran casi un lujo, lo electrónico no existía. No éramos gente rica, lejos estábamos de eso. Quedaba la gran salvación, el gran unificador de clases. El deporte. El fútbol.
Les estoy hablando del año 75. Andaba yo estrenando mi amor por Independiente cuando nos tocó jugar la segunda fase de la Libertadores. En la ida con el Cruzeiro, perdimos. En la vuelta, le ganamos 3 a 0.
La final la jugamos con la Unión Española de Chile. Perdimos allá. Ganamos acá. Desempate en Paraguay. Ganamos. Vuelta Olímpica. Gloria. Locura. Orgullo Nacional.
Fui a la Doble Visera cuando trajeron el trofeo. Lo vi, paradito sobre las tablas de los asientos de la platea baja. Aplaudí como loco. Canté “La copa, la copa, se mira y no se toca”. Fui tan feliz que no me entran las palabras.
Ese 1975 de triunfos y sobresalientes, casi que terminaba con mi cumpleaños. Vuelvo a esa noche.
Mi regalo fue una pelota. Real, número 5, roja y blanca. Mi primer balón. Nunca voy a olvidarme del aroma que despedía el cuero nuevo. Juré cuidarlo mucho. Aprendí a lustrarlo con cera, para que durara. Lo cosí cuando amagó a romperse. Lo guardé como una reliquia cuando ya no quiso más.
Pero esa noche de Navidad-Cumpleaños, yo iba a tener otro regalo más. Y ese sí que no me lo esperaba. Estela y Rodolfo me dieron un paquete chato. Ahí adentro no podía haber ni una pelota ni un autito. Lo abrí con desconfianza, porque yo quería juguetes. Pero apenas asomó el contenido, mi cara cambió. Era un juego entero -camiseta, pantaloncito y medias- todo rojo. En esa época no había merchandising ni indumentaria oficial ni nada. Era un equipo sin marca, pero traía dos cosas: un escudito del CAI para el pecho y dos números de cuero para ponerle en la espalda. El 1 y el 0.
Me lo calcé inmediatamente. Tan ansioso estaba que hice que el escudo y el 10 me los cosieran puesto. Así, disfrazado de jugador, salí a la plaza con mi viejo. Poco nos importó la noche, el calor y que la gente estuviera festejando otras cosas.
En el camino, alguien me gritó “GRANDE, BOCHA!!!”. Mi viejo sonrió. Yo saludé, agrandado.
Hoy, ese nene tiene 47, ese padre partió hace rato y el dueño de ese disfraz cumple 62. Quise desempolvar este recuerdo, como un humilde regalo.
La vida me juntó con él hace un tiempo. Lo vi grande en todo sentido, pero pude pasarle el brazo por el hombro, caminar por el césped de nuestra cancha y así, en esa insólita y enorme intimidad, decirle todo lo que lo admiraba. No se si debo pedir más, no se si puedo pedir más. A veces, los sueños se hacen realidad.
Me diste todo, Bocha querido. Te debo muchas de las alegrías más grandes de mi vida. De niño, temeroso por la oscuridad, encontraba paz soñando que tiraba paredes con vos. Así crecí.
Cuando te retiraste, supe que nada iba a ser igual. Nunca más.
En tu partido despedida canté el “Solo le pido a Dios que Bochini juegue para siempre” hasta la afonía, llorando, como lloramos los hombres por el fútbol.
Sea feliz, Mago querido. Sépase amado. Idolatrado.
Feliz cumpleaños, Maestro.
Aquel niño, vestido de rojo, lo saluda.
POR LUCIANO OLIVERA
TWITTER: @Oliveraluciano