La columna de Román Failache para
TyC Sports sobre la realidad del Rojo.
Me preocupa Independiente. Pero no este empate ni sus formas. Algo de mí, en la Bochini baja, me decía que si no se liquidaba este partido en la primera parte, se iba a padecer en el segundo, y eso tuvo que ver con la energía e intensidad con la que se jugaron los cuarenta y cinco iniciales. Sin embargo, lo que me desvela es ver el mismo partido en un loop eterno desde hace, por lo menos, cinco años.
Veo a un equipo que le cuesta mucho imponerse ante rivales que son visiblemente inferiores en cuanto al juego, como lo fueron San Martín de San Juan, que vino a encerrarse, y Vélez, que se llevó un punto habiendo pateado una vez al arco. Las falencias que mostró el conjunto de De Felippe en defensa y en los retrocesos exhiben lo flojo de ese sector (recibió seis goles en tres partidos) y lo que le cuesta a Independiente generar situaciones netas de gol, al igual que en este último tiempo. Debería haber convertido mucho más.
Al igual que hace quince días, Holan salió a la cancha con un planteo que se olvida de ciertos jugadores dentro del esquema. La función de Albertengo lo margina completamente de jugar en el área, por ejemplo -aunque no es justificación suficiente para su bajo rendimiento-. Oficia de delantero retrasado pero colabora más de lo que debe en la recuperación, y en el segundo tiempo fue desplazado a jugar de extremo izquierdo. Esto, además, trae como consecuencia que deba recorrer más campo del que un delantero tendría, padecimiento que también sufre Gigliotti al jugar muy lejos del área. Y al margen: cuando sí se llegue a ella, deben ser efectivos.
El técnico también falló en las variantes. El ingreso de Blanco no aportó soluciones y, en un intento extraño, buscó redimirse arriesgando dos cambios instantáneos, con Barco y Benítez -quien, contrariamente a la ley laboral, sigue demostrando que las pasantías no tienen fecha de fin-. Los resultados no fueron los esperados y a diferencia del partido anterior, la carencia de ideas sobre el final nos hizo acordar, a todos, al equipo de Milito.
El debut de Nery me pareció de lo mejorcito del equipo, después del buen partido que jugó Rigoni. El volante mostró estar siempre bien parado, distribuyó con total soltura y criterio, fue punzante con los pases frontales y se las rebuscó muy bien como único cinco. Con un Erviti más lúcido que el de anoche, va a dar que hablar. Eso sí: si no se lo refuerza con alguien de marca contra un rival de mayor potencial en ataque, el medio va a ser tierra de nadie.
Independiente rescató dos puntos de seis posibles jugando en condición de local y contra el 28° y 23° del torneo, respectivamente. Ojalá las grandes pruebas no le queden, valga la redundancia, demasiado grandes, porque el martes ya hay una en la que no cabe otra que ganar, y debe ser por una diferencia considerable para asegurarse media serie. Y un pedido más: basta del 4-4-2. Esa formación no tiene lugar en el fútbol moderno; murió hace años.
Se tiene material. Se puede jugar más y mejor. Y se está desaprovechando.