(COLUMNA DE OPINIÓN) Se dice que las mascotas se parecen a sus dueños, que son a imagen y semejanza de sus amos. Y con este Independiente sucede exactamente lo mismo. El equipo es el fiel reflejo de su técnico, en todo sentido. Para empezar es un equipo raro, con planteos más raros aún. El DT probó con casi todos los sistemas: comenzó su ciclo con un 3-4-1-2, después siguió con un 5-3-2 , luego intentó un 4-2-3-1, más tarde un 4-3-1-2 y, finalmente, volvió al 3-4-1-2 inicial.
Sin embargo, esto no es lo más llamativo de todo. Con tantos cambios de nombres y de sistemas obtuvo una gran cantidad de puntos (23), en 12 fechas, que lo ubican al Rojo en la tercera posición a 5 unidades del líder, River. Está claro que para ser un "equipo en formación", como se autodefinen tanto el técnico como los jugadores, la campaña es muy buena. Mucho más si tenemos en cuenta que hace unos meses estábamos penando por lograr el tercer ascenso del Nacional B.
Almirón, quizás, no sea un técnico convencional como estamos acostumbrados a ver. Lo apodan "el extraterrestre" por sus extraños manejos. No es un técnico de renombre. De hecho, más bien, es de perfil bajo. Con el transcurrir de las fechas pudimos observar qué clase de entrenador es, qué tipo de fútbol pregona y cuál es el mensaje que intenta transmitir a sus dirigidos. Su juego se basa en tratar la pelota a ras del piso, salir jugando desde abajo e intentar presionar al rival. A priori, con vocación ofensiva. En algunos partidos lo logró (Rafaela, Central y San Lorenzo), en otros pagó muy caro los errores cometidos (Estudiantes, Vélez y River) y en otros ganó más por oficio, con algo de fortuna, que por méritos propios (Banfield, Racing y Quilmes).
Sin dudas, al técnico lo están ayudando mucho los resultados. Cada vez que Independiente juega en el Libertadores de América, se puede escuchar el murmullo de la gente cuando realiza un cambio "extraño" o cuando tarda demasiado en sustituir a un jugador que viene teniendo un mal partido. A su vez, sabe que en cada encuentro rinde examen ante los hinchas y ante la prensa. No obstante, no se achica sino que sube la apuesta. Tal vez sea su manera de decir "el que manda acá, soy yo". Lo cierto es que le ha cambiado la cara a Independiente. Con sus aciertos y con sus errores está haciendo un gran campeonato, por lo menos, desde los números. Ya habrá tiempo para mejorar el funcionamiento colectivo del equipo.
Seguramente, todo el pueblo Rojo esté ilusionado con pelear hasta el final este torneo. Y la verdad, tenemos razones de sobra para ilusionarnos. Sin embargo, la realidad marca que estamos muy lejos del nivel pretentido para salir campeón. River viene manteniendo un rendimiento muy regular en todas sus líneas y parece muy difícil que se caiga. Pero todavía falta mucho y cualquier cosa puede pasar.
El próximo sábado Independiente recibirá a Tigre para intentar no perderle pisada a River. A no aflojar muchachos que todavía quedan muchos puntos en juego. Tal vez seamos un equipo raro y no tengamos la estirpe y la mística de otrora, pero vamos por buen camino para volver alguna vez a estar a imagen y semejanza del Orgullo Nacional.