(COLUMNA DE OPINIÓN) Ser el Director Técnico de Independiente demanda no sólo la parte técnica sino también la confianza que debe transmitir a los jugadores. El equipo tiene que afrontar el torneo, la Copa Argentina y la Copa Sudamericana el próximo semestre. Para estas competencias el plantel debe tener convicciones, tomar decisiones determinantes cada partido, manejarse en contextos adversos, ya sea en entrevistas o conferencias de prensa  y sobre todo debe ser cuidadoso con lo que declara a la hora de hablar conforme al resultado de la fecha debido a la convivencia puertas adentro del club. No todos los titulares tienen tolerancia al fracaso, comprenden situaciones o aceptan cuando un árbitro o un compañero del plantel se equivocan. Algunos tienen más experiencia por su larga trayectoria o porque mentalmente no les afecta y otros entran en pánico porque les falta crecer en distintos aspectos. Es difícil encontrar un DT que conozca a la perfección  la mentalidad de sus jugadores, son escasos. Es por eso que Jorge Almirón tiene que escuchar y permitir que cada uno del plantel  manifieste como se siente dentro de la cancha y cuáles son sus convicciones. Si dedica ese tiempo,  los jugadores podrán concentrarse en los recursos que cada uno tiene en su interior y desarrollar la confianza suficiente para jugar sin presiones. Los 11 jugadores representan al Club Atlético Independiente y son parte de un equipo.  Pero dentro de la cancha cada uno es autónomo en la posición en la que juega, toma sus propias decisiones y debe ir perfeccionando sus errores con el correr de los partidos si quiere mantenerse en el equipo titular. Es como aquel dicho “En la cancha se ven los pingos”, el desafío de esa expresión es clave para saber cómo está preparado cada uno para enfrentar al rival.  Por eso es importante que no le influyan los silbidos de la gente por mal rendimiento ni lo que se comente fuera de la cancha. Es necesario que tanto Almirón, su cuerpo técnico, los titulares  y los suplentes tengan una visión común. Independientemente de lo que pase por la mente de cada jugador a la hora de resolver una jugada, la visión o idea del conjunto debe ser siempre la misma. Sabemos que nuestro Director Técnico no es de los que critican a gritos a sus jugadores en medio del partido, prefiere el silencio y hablar con cada uno puertas adentro. En el vestuario y sobre todo en el entrenamiento diario, los jugadores deben estar predispuestos a aceptar las críticas, tanto del entrenador como así también del preparador físico y por último ellos deben ceder la palabra al capitán del plantel, es el quien debe liderar y arengar a sus compañeros para que se armen como jugadores.  De igual manera, Mancuello debe ser consciente de que si nota que algún compañero no está listo para recibir una alto nivel de crítica, cualquier comentario puede terminar convirtiéndose  en contraproducente. No se le puede pedir al jugador que sea más atento o tenga más concentración,  creo que eso se debe ir  trabajando en la semana. Va a responder mejor en la medida en que adquiera  más confianza y esté convencido de lo que puede llegar a dar en el próximo partido. Un jugador no le va a perdonar al técnico que no le tenga confianza, por eso Almirón debe construir esa confianza semana a semana por más que el jugador no rinda. No estoy queriendo decir que el DT no deba poner al que no rinda en el banco, sino que debe saber comunicarle el por qué tiene que mejorar su rendimiento, incentivarlo a mejorar y brindarle su apoyo. Yendo a la discusión puntual de Albertengo, “El Príncipe” no tiene que hacer todo lo que Almirón le dice, pero creo que debería considerar  lo que  le sugiere.  Porque si bien el centro delantero ya dijo en reiteradas oportunidades que su posición no es la de 9, si en la semana practica pararse en aquel lugar  y gana confianza, a la larga podría llegar a ser su posición ideal. Si todo esto se cumple, Independiente va a conseguir muy buenos resultados, por el contrario, si no hay una comunicación eficaz entre jugadores y cuerpo técnico, si no existe una visión en común, el fracaso será inminente y la crisis se convertirá en un gran problema a futuro.