la cienaga otra vez
la cienaga otra vez
La ciénaga, otra vez
06/04/2016
Por: Eugenia Ferreras
6 de abril de 2016
Usé muchas veces la metáfora de la ciénaga para hablar del estado de Independiente. El hecho de tenerla que usar una vez más no hace más que confirmar la analogía.
Cuando un animal cae en una ciénaga, es el fin. El animal puede nadar, puede intentar llegar al borde, puede tratar de formarse una base firme con el barro que tiene abajo de las patas, pero todo es un intento fallido más, camino al fin. Lo que hace ciénaga a una ciénaga es que todo lo que hagas para salir, te hunde más.
Segunda característica de una ciénaga: solo caen los animales grandes. El animal pequeño goza de poder mantenerse en la superficie. El animal grande padece su peso.
Tercera característica, y única esperanza: hay una forma, una única forma, de salir de una ciénaga. Que otro te saque.
Y quién es ese otro: Un hombre. El único que saca al animal grande de la ciénaga es un hombre. Respaldado en herramientas y en inteligencia. E impulsado por su aprecio al animal, ante todo.
Ahora bien, bajando la metáfora a la realidad.
Cuando hablo de Independiente como un grande que no puede salir de la ciénaga, hablo de todas las cosas que Independiente fue haciendo para poder salir, y que solo dan la sensación de que lo hunden más.
Que el desfile de técnicos, que la confianza en una CD que se ocupe de todo lo que hay que ocuparse dentro y fuera del césped, que el desfile de refuerzos, que las vueltas (y las salidas) de figuras, referentes, ¿ídolos?. Todo lo que hizo Independiente desde que volvió del Nacional parece no haber servido, porque la sensación de hundimiento sigue ahí.
Y lo grave, es eso. Que la impotencia de no poder salir por nosotros mismos, quemando ya todos los tipos de intentos, nos entierre cada vez más. La impotencia siempre entierra cada vez más. Y la impotencia nace cuando hacés algo que creés que sí, que esto es lo que nos va a sacar definitivamente, pero fracasa.
Independiente necesita un hombre que lo saque. Y no sé quien es. Pero tiene que ser alguien que ahora, no está adentro. Alguien que con toda su compasión, con todo su amor, con todas sus herramientas y con toda su inteligencia, nos saque antes de que sea demasiado tarde.
Dónde tiene que estar ese hombre, es otra de las preguntas. ¿Es una ficha que hay que mover en la CD? ¿Es un DT que venga con algo más que una idea, que venga con un filtro que renueve el aire? ¿Podemos hablar de Lanus? ¿Podemos hacer esa pregunta? ¿Por qué un DT, con la misma idea pero con "un peor plantel" está puntero, después de irse a las puteadas, propias y ajenas, de nuestro club?
¿Es un referente, el hombre? Esperarlo es peligrosísimo. Porque ya creímos que era ese refuerzo tan esperado y por el que se apostó tanto, o ese otro que volvió y con su vuelta iba a cambiar todo.
Puede venir el Kun Aguero y si el aire es el mismo que se respira ahora, no va a poder hacer nada. Y lo único que nos va a pasar, es quemar otro ídolo más. Me aterra la idea de quemar otro ídolo más.
No sé quién es el hombre. No sé qué lugar tiene que ocupar, ni qué es lo que tiene que hacer. Pero sé que lo que está mal en Independiente es el aire, por todas partes, en los vestuarios, en Domínico, en las tribunas del LDA, en los comentarios de esta web, impregnado en la tela de las camisetas.
Y esto no es el mundo de la mufa. Esto no es azar. Esto, el fútbol, como siempre lo fue, es un asunto de hombres. El que tiene que cambiar el aire es un hombre.
Falta alguien con herramientas, que además tenga aprecio por Independiente. En el lugar que sea.
Mientras tanto, hay una desproporción que molesta y enloquece:
Los que sí desbordamos de aprecio, no tenemos herramientas. Justamente al revés. Nuestras únicas armas son nuestra opinión, nuestros comentarios, nuestras banderas y nuestro aliento. O desaliento. Pero eso no saca al animal de la ciénaga.
Nosotros también somos víctimas, también nos tienen que rescatar. Porque sino, cada vez que sentimos que algo nos va a sacar, y no sucede, caemos en la cuenta de que nos estamos hundiendo más. Y el ahogo ya es insoportable.
No puedo más que estar atenta. Esperar. Detectar la aparición de ese que tiene que aparecer. Esté donde esté. Sea quién sea. Cuando el animal es grande, vale la pena.