El de anoche fue un clásico histórico, Independiente venció a un impotente cuadro rival presentando varios pibes y suplentes, con aristas bizarras, extendiendo su paternidad a 24 partidos. Está claro que ganamos y celebramos todos, pero también es cierto que siempre hay rendimientos que engendran triunfadores individuales que quedan en la memoria al igual que el partido en si.
Y ayer, más allá de Holan que priorizó (acertadamente) la semifinal del martes, de Tagliafico que fue el titular que jugó, de Amorebieta que mostró un gran nivel al igual que en sus últimas presentaciones y del resto del equipo que en condiciones desfavorables dejó todo y ganó un clásico épico, hay un integrante del plantel que sobresalió del resto.
Leandro Fernández venía teniendo un nivel regular, con muchos goles errados y había caído en la consideración de Holan. Pero ayer se destacó y ese descaro que tiene para jugar que tantas veces, a favor y en contra, nos volvió locos, la volcó dentro del campo para someter a los bisnietos.
Durmió a Vittor, definió de zurda, bailó de un lado, del otro, aguantó la pelota, tiró besos, caños, el banderín...
Y luego de todo eso y de quizá ganarse un lugar para el martes, festejó en las redes citando una frase histórica de los Redondos, tan clásica como el resultado de anoche, la noche del 11.