la que faltaba
Por: Sebastián Casas
9 de noviembre de 2019
Se cumplen 25 años de la primera Supercopa Sudamericana ganada por Independiente. La tarde del 9 de noviembre de 1994, el Rey de Copas vencía a Boca Juniors en la Doble Visera y se adjudicaba el gran trofeo que le faltaba.
Previamente había dejado en el camino a todo equipo brasileño que se cruzó por su camino. El Rojo no es solamente el máximo ganador de Libertadores, también lo es de esta copa que jugaban todos los campeones de América.
La Supercopa Sudamericana era una copa que se disputaba desde 1988, entre todos los campeones de América a eliminación directa. El Rojo, como máximo ganador de la Copa Libertadores y por el prestigio que ésta representaba, aspiraba a ganarla y así revalidar su estirpe copera.
El Independiente de Miguel Brindisi acababa de ganar el Torneo Clausura de 1994 y a la semana ya ponía en marcha su ilusión por la Supercopa. En el cruce de octavos salió sorteado Santos. La ida se jugó en Brasil con un pésimo estado del campo, inundado y embarrado. Bajo estas circunstancias llegó el único gol de la noche de Rotchen en contra, tras un blooper al querer despejar la pelota.
Había que dar vuelta la serie en Avellaneda y el local no tuvo mayores inconvenientes. Se fue al entretiempo con la ventaja necesaria, gracias a los goles de Arzeno y Usuriaga. En el segundo tiempo Rambert y Perico Pérez de penal completaron el 4-0 final para llegar tranquilo a cuartos.
En cuartos jugaría contra el ganador de Gremio–Racing, que en Brasil habían igualado 1 a 1. Todo hacía pensar que podía darse un clásico de Avellaneda pero el equipo de Porto Alegre ganó de visitante en el Cilindro.
La ida se disputó en Brasil y el Rojo se puso en ventaja en la parte final del segundo tiempo con un gol de Rambert, por lo que se encaminaba al triunfo por el mismo resultado con el que lo había vencido en la final de la Libertadores 10 años atrás. Pero el árbitro vio una falta que no existió en la medialuna y con un golazo de tiro libre el local empató el partido.
En la Visera pudo imponerse al duro equipo dirigido por Luiz Felipe Scolari (campeón del mundo con Brasil en 2002) con goles de Usuriaga y Gustavo López, uno por tiempo. Este Gremio sería campeón de América unos meses más tarde.
En semifinales tocaría por tercera vez consecutiva un equipo de Brasil; esta vez Cruzeiro, que venía demoliendo rivales en Belo Horizonte. Empezó mal la historia en el Mineirão y en los primeros minutos ya caía el Orgullo Nacional. De todas formas el partido fue parejo y en el complemento el gran arquero Dida evitó el empate en varias oportunidades.
En Avellaneda, Independiente salió a comérselo crudo al Cruzeiro y en la primera parte ganaba 1 a 0 por un gol de Usuriaga de cabeza a la salida de un córner. Contó con varias jugadas de peligro para aumentar pero se fue al descanso con la serie igualada. El segundo tiempo siguió siendo Rojo y empezaron a llegar los goles para darle tranquilidad y justicia a la llave. Primero Rambert, luego Usuriaga con un golazo de zurda al ángulo después de su típico enganche, y Serrizuela (¡que se ubicó de 9 en plena jugada de partido!) sellaron la goleada 4 a 0.
¡Tres equipos brasileños importantes en el camino, aplastados en la Doble Visera con un global de 10 a 0!
En la final se iba a ver las caras con el Boca de Menotti que venía de eliminar a Peñarol, River y San Pablo (demostrando el tipo de choques que se daban en esta copa). Era la revancha de la final de la Supercopa del 89, que Boca se impuso por penales en una copa en la que Independiente no conoció la derrota.
El juego de ida se disputó el 2 de noviembre en La Bombonera. Fue un primer tiempo muy malo para Independiente que perdía 1-0 con gol de Manteca Martínez y se había salvado en otras ocasiones. Saldría distinto en la segunda parte y estuvo cerca del empate con pelota parada. Luego con la expulsión de Mancuso en el local por doble amarilla, Boca esperó y lo pagó caro cuando después de una hermosa pared por la banda izquierda entre Garnero y Ríos, el Luli le puso un centro en la cabeza a Rambert que entraba solo por adentro para decretar el empate.
Los once del Rojo para la vuelta fueron: Islas; Craviotto, Arzeno, Serrizuela, Ríos; Cagna, Pérez, López, Garnero; Usuriaga, Rambert (en el segundo tiempo ingresaron Gordillo y Cascini).
El partido en la Visera empezaría parecido al de ida, con Boca llegando claro y fallando situaciones de gol. Con el correr de los minutos Independiente fue emparejando el duelo que terminó sin goles en el primer tiempo.
El complemento arrancó con jugadas muy peligrosas de los dos lados, pero a los 10 minutos llegaría la jugada de la copa, cuando tras un gran quite, Gustavito López habilita brillantemente a Pascualito Rambert que definió de primera, de emboquillada por arriba del arquero que no pudo hacer nada mientras veía como la pelota picaba adentro del arco. Con el 1 a 0 y el festejo de medio equipo haciendo el avioncito, explotaba la gente del Rojo que había colmado la Visera.
De ahí en más, con mayores espacios, se sucedieron las llegadas de Independiente que se perdía un gol detrás de otro para cerrar la final. Por suerte alcanzó con la mínima, llegó el pitazo final y la alegría fue del Rey de Copas que sumaba la que le faltaba.
Independiente tuvo puntos altos en todos los puestos y fue el equipo de mejor performance del torneo. Por su delantera fue el equipo más goleador, además de contar con una diferencia de gol superior a la de todos los equipos juntos.
Tuvo al goleador de la Supercopa, Rambert con 5 tantos, y al segundo goleador, Usuriaga con 4. Ambos formaban un gran ataque, y junto a Gustavo López, fueron parte del equipo ideal de América de ese año.
Un cuarto de siglo atrás, el Rey de Copas ganó la única que le faltaba. Puro Orgullo Rojo.
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