la senda
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La senda
09/02/2016
Por: Román Failache
9 de febrero de 2016
La victoria ante Belgrano, el primer partido de la senda para campeonar, tiene tanto de rescatable como de olvidable. Si bien no puede ser más que un buen augurio de cara al comienzo de un torneo que debe tener a Independiente en la cúspide de la pirámide, hay que delinear muchísimos aspectos, así como también destacar que se ganó un partido con más de la mitad de suplentes.
El encuentro contó con un exceso de particularidades que lo transformaron, quizás, en uno de los más épicos desde aquel 2-0 ante Huracán, el 12 de junio de 2014: los dos tiros en el travesaño de Farré; la lesión del Cebolla - quien tiene tanta responsabilidad él por no estar en forma, como el técnico por incluirlo en los 11 titulares-; la lluvia, que cortó la transmisión de la televisión y que, quienes no tuvimos la posibilidad de estar, jamás sabremos qué misterio se escondió en esos 20 minutos no transmitidos; el regreso de la televisación y el de Denis; el atajadón del Ruso; el gol, ley del ex mediante, de un jugador que pinta para mucho.
Belgrano es un equipo durísimo. Con esto no descubrimos nada. Zielinski, zorro viejo, militante del contragolpe, sabe de cerrar equipos y de pegar donde más duele. Identificó al talón de Aquiles de la defensa de Independiente, que está en Toledo, y se dedicó a atacar siempre por ahí. Es un jugador con mucha vocación ofensiva, pero que, en varias ocasiones, se olvida de la marca. De todas formas, su rendimiento fue bueno. Tal vez, no desencajaría de 8 y en alguna ocasión que no estén disponibles los titulares lo podamos ver.
Y si de titulares hablamos, Independiente cedió terreno en este tópico. Lo mejor que tuvo la tarde fue que se vio obligado a prescindir de sus titulares y, aún así, consiguió los tres puntos. No obstante, el cuestionamiento es el cómo: solo pateó una vez al arco (las otras se desviaron) y fue, precisamente, en la jugada del gol. Entonces, ¿por qué tanto empecinamiento con un esquema que, desde el vamos, se vio que no iba a funcionar? ¿Por qué Trejo por el Cebolla, sin romper el 4-2-3-1, cuando el partido pedía a alguien que pivoteara arriba como Denis o que rompiera líneas, como lo hizo el Droopy?
La jerarquía del 19 cambió un partido que se esfumaba gota a gota. Lo que dijo en la semana fue cierto: "Volví en mi mejor momento", y con apenas 30 minutos se notó. Cuando el fútbol se agotó, fue él quien bajó, comenzó a buscar la segunda jugada y así llegó el gol.
La presión por salir campeón, ejercida por los medios y por el hincha genuino, hizo su efecto y eso se vio en los primeros 15 minutos, donde Belgrano parecía el local. Independiente nunca terminó de acomodarse en el partido y la pasó mal, viéndose salvado por una jugada aislada. La suerte -o el destino- se puso el trajín de diablo, pero no siempre será igual. Tras un juego futbolísticamente chato, la esperanza se aferra a que el equipo titular muestre una versión diferente, sólida, convincente, que sepa sortear obstáculos. Este caso aislado, probablemente, no sea parámetro, pero da qué hablar. Ahora es donde debe verse la mano del técnico y la hombría del plantel. Si se quiere aspirar al título, el viernes, en Mendoza, no servirá ganar de esta manera.