la tactica para otro dia
la tactica para otro dia
La táctica para otro día...
14/09/2014
Por: Mono Rubino
14 de septiembre de 2014
Independiente ganó por cuarta vez consecutiva en el campeonato. Lo hizo bajo una increíble lluvia y metiendo cinco goles contra un rival que se hizo fuerte ante las adversidades (lesiones) del conjunto Rojo.
Intentando afianzar un esquema y una idea, Almirón paró una vez más un 3-4-1-2 muy flexible que siempre terminaba defendiendo con cinco. El ya conocido trío de centrales fue Breitrembruch, Tula y Cuesta. En el medio apareció por primera vez Vallés en el lugar que ocupaba anteriormente Droopy Gómez y Lucas Villalba nuevamente por izquierda. Bellocq y Mancuello jugaron de cinco, Montenegro de enganche y Riaño y Lucero de delanteros.
Independiente pareció mucho más comprometido con la idea de jugar por abajo. Seguramente también para aprovechar el suelo mojado y rápido. A diferencia de otros partidos fueron muy pocos los cambios de frente o pelotas largas por arriba, igualmente faltó movilidad, ya que por los costados las paredes y los apoyos eran casi inexistentes. Fue evidente que la inclusión de dos laterales en la mitad estuvo de más, ya que Quilmes no inquietaba tanto por esos sectores y a ambos jugadores se les dificultaba mucho generar desequilibrio por su costado. Además Montenegro no aparecía a espaldas de los volantes centrales y siempre quedaba bastante retrasado.
Franco Bellocq estuvo muy activo intentando armar juego desde el medio y siendo el abanderado de la presión alta del equipo en el primer tiempo. Un período donde el Rojo intentaba hacerse compacto y su línea defensiva jugaba muy adelantada jugando al achique. Pero jugar al achique sin una buena presión es muy difícil de que salga bien. Y así Quilmes se puso en ventaja con una pelota en profundidad que dejó a Sarmiento mano a mano con el Ruso Rodríguez.
Luego, llegó el patadón sobre Lucero en un córner y el empate del arquero de Independiente. Aquí el equipo pareció asentarse más en campo. Pero eso no era suficiente para superar la gran cantidad de defensores que tenía el rival. Por eso, el equipo se fue al descanso sabiendo que de la forma que estaba jugando, se iba a quedar con las manos vacías.
Así nos lo hizo saber el técnico que una vez más realizó dos variantes en el entretiempo y tanto Lucero como Vallés le dejaron lugar a Matías Pisano y Francisco Pizzini para formar, tal cual el partido con Banfield, un 4-2-3-1. Esto abrió definitivamente el partido. Pisano se tornó incontrolable por derecha y Pizzini intentaba lastimar por su sector también. Todo lo contrario a lo que pasaba en el primer tiempo.
Además, Riaño se asociaba muy bien con ambos. Así llegó el penal al 32 y el ansiado segundo gol de Diego Rodríguez.
Después de la ventaja, Independiente parecía que había encontrado su sintonía, ahora Montenegro entregaba mejor, más adelantado, y Mancuello siempre dañaba asociándose con Pizzini por izquierda. Tal es así que en una gran jugada, luego de un rebote largo del arquero Dulcich, Riaño ponía el 3-1.
Y aquí se terminó la parte analizable desde lo táctico del partido, porque lo que le siguió no fue apto para esta tarea. Primero Breitrembruch, que venía teniendo un buen partido tuvo que salir por Ojeda a causa de una lesión. Como si fuera poco, Tula se lesionó un hombro. Realizó un penal infantil y Quilmes se puso 3-2. Después, el mismo capitán se fue de 9 y Bellocq pasó de central, dejando al Bocha de 4. El Cervecero empezó a apretar, se dio cuenta que Independiente estaba golpeado, que estaba grogui. Y así las cosas, luego de uno de los tantos córners que dispuso el visitante, llegó el empate, en una jugada inentendible del fondo Rojo.
Sigue siendo imposible hablar de táctica. Podemos hablar de potrero, de actitud, de ganas, de desfachatez, de vergüenza deportiva, pero no de táctica.
Porque Independiente herido, no claudicó, se hizo fuerte y comenzó a tocar de nuevo. Algo que parecía haber olvidado durante unos 10 o 15 minutos. Y eso hizo que las esperanzas renacieran, porque además a Pisano ya le tiraban patadas voladoras y no lo podían parar. Porque Montenegro, sin ser un defensor clásico, se paró de doble cinco junto a Mancuello y peleó varias pelotas, dejándolo todo. Porque Bellocq jugó de cuatro y le tocó marcar y resistir los embates de Adrián Fernández que iba incansablemente por su sector. Porque Riaño no daba una por perdida, ni siquiera una que le quedaba encima de la cabeza, y que nadie sabe como termino adentro del arco con una pirueta increíble. Porque no dejaba de llover. Porque el estadio ardía en una noche helada.
Y después del gol del ex Boca, Tula volvió a la defensa. Se intentó clausurar el partido, pero ahora el equipo estaba agrandado, a Pisano no lo habían podido parar en toda la noche, y sobre el lateral se la dio a Montenegro que encaró, busco una pared excelente con Riaño, y entró al área en total libertad, con tiempo y espacio, habilitó a Mancuello, que desparramó al arquero de Quilmes y convirtió así su quinto gol en el campeonato y el mismo número de Independiente.
Todo eso sucedió en este partido que ya parecía algo escrito por un guionista de cine. Ya no había tiempo para más. Se terminó un encuentro de esos que nos vamos a acordar por mucho tiempo. Disculpen si este periodista no cumplió bien su labor en el segundo tiempo. Pero no hay manera de hablar de táctica en este partido.
En otro momento nos preguntaremos si es necesario jugar siempre con los dos laterales en el medio, o porqué, según algunos, se queman dos cambios en el entretiempo, dejando al equipo desprotegido ante imprevistos que pueden pasar como hoy. O preguntarnos si el equipo debe seguir jugando o no al achique, o si Montenegro debería jugar más adelantado en el campo. O determinar si Lucero era realmente el pichón de Silvera o un jugador que le cuesta entrar en sintonía con el partido.
Todo esto, se analizará en otro momento, porque la victoria 5-3 sobre Quilmes, hizo que dejemos la táctica para otro día.