Recuerdo el momento en que dejé de escribir "La vie en rojo". Fue al mismo tiempo en que también dejamos de hacer "ORside", ese mítico (?) programa en youtube donde supieron aparecer, por ejemplo, Mancuello y el Ruso Rodriguez, arriba de la mesa de la sala de prensa del Club, cantando "no se como voy no se como vengo", como si fueran dos hinchas más.

No era el momento. No había forma de escribir sobre la hermosa intensidad de ser hincha de Independiente, o de mostrar el día a día de los jugadores, en momentos tan confusos como aquel 2015, donde le ganábamos de pedo y por penales a ALIANZA CORONEL MOLDES. (Ilusa, ni sabia toda la mierda que nos faltaba vivir).

La última columna que escribí, fue después de una derrota de local. Se llamaba "Quilombo" y arrancaba conmigo quejándome del "delay" que había entre los cantos de las tribunas Norte y Sur. Lo busqué en mi mail. Estos eran los últimos párrafos:

En el 2001, en pleno corralito, un periodista le preguntó a Charly García qué pensaba sobre lo que estaba pasando en el país. Charly, no me olvido más, contestó muy sobrador, pucho en mano: "sabés que anoche escuchaba el cacerolazo, así que salí al balcón y quise seguir el ritmo". Fumó. Hizo una pausa. "No pude.Todos tocaban cosas distintas."

Salvando las enormes distancias entre los dos ejemplos, si a mi me preguntás qué opino del quilombo que hoy es Independiente, opino igual que Charly en esa entrevista. Cuando voy a la cancha, intento seguirle el ritmo a la Norte cantando con la Sur, pero no me sale. Cantan todos lo mismo, pero desordenados. Y así con todo, todo el tiempo. Intento seguirle el ritmo al equipo, semana tras semana, pero no entiendo qué carajo hacen. O intento seguirle la onda a las opiniones, a las declaraciones, a todos los tipos de periodismo, a todos los tipos de dirigentes, a todos los tipos de posturas, pero es imposible. Es un quilombo.

Y así y todo, igual te digo: al quilombo hay que bancarlo. Al quilombo hay que reivindicarlo. Porque nada pone en movimiento más a las cosas, que el quilombo.

Va a llegar un momento en que la Norte, o la Sur, o la Erico, o la Bochini, o quien mierda lleve la melodía, va a cantar tan fuerte, que va a ser imposible que el resto no la escuche y, entonces, la siga.

Charly cantaba "Yo no quiero volverme tan loco, yo no quiero vestirme de rojo". Desde acá: yo sí. Yo sí quiero volverme loca. Yo sí quiero vestirme de rojo. Yo si quiero que nos banquemos esta intensidad.

Lo leo hoy y no lo puedo creer.

Hoy fue el día. Hoy el quilombo nos puso en movimiento.

Hoy nos volvimos locos en serio. Hoy nos vestimos de rojo de verdad.

Hoy, esos dos jugadores que cantaban "no se como voy no se como vengo" arriba de la mesa de la sala de prensa, armaron un grupo de whatsapp de más de cien chabones que quieren ayudarnos porque sí, al final sí, parecen tan hinchas como nosotros. Hoy, también, en esa mesa de esa sala de prensa, vi cumplirse la profecía de aquel texto que escribí en 2015. Vi como la tribuna Norte (hoy llamada Pepe Santoro) fue la que terminó llevando la melodía. La que terminó cantando tan fuerte, que no hubo forma de no seguirla.

Hoy, ese delay que venimos arrastrando TANTOS AÑOS, parece que se está empezando a alinear.

Porque nosotros nos estamos empezando a alinear.

Santi Maratea dijo algo muy importante: la diferencia entre la colecta de Independiente y cualquier otra colecta, es que para cualquier otra recaudación, el organizador necesita juntar un "ejército de empatizadores", pero en este caso eso ya está hecho, porque los hinchas ya existimos. Solo nos faltaba organizarnos.

Solo nos faltaba seguir todos el mismo ritmo.

Hoy, volví a tener ganas de escribir. Y es que hoy nos estamos pareciendo, como hace tiempo no sucedía, al que somos de verdad. Al Independiente que está por encima de todos y de todo. A Independiente donde vamos SIEMPRE juntos y SIEMPRE para adelante.

Esa es nuestra identidad. La que nos lleva a intentar lo imposible. La que nos hizo y hace grandes. Los más grandes de América.

El resto no lo entiende. Se ríen, incluso.

Tienen razón. Somos tarados. No tiene ningún sentido lo que estamos haciendo.

Pero eso, esa intensidad, es la vida tal como vale la pena vivirla. Roja.
No se ustedes, pero menos que esto yo no quiero.