Así vuelve Independiente a presentarse esta tarde en Avellaneda. Desde las 20, el Rojo recibirá a Atlético Tucumán en un duelo que, increíblemente, todavía puede mantener encendida la mínima llamita de esperanza en este Clausura. Mínima, eh. Pero esperanza al fin.

El panorama es claro: el equipo de Gustavo Quinteros está último con 9 puntos, pero si vuelve a ganar -como lo hizo el viernes ante Platense- quedará a 3 de los tucumanos, que tienen 15 y hoy ocupan el último puesto de clasificación a los playoff. La tabla aprieta, hay seis equipos metidos en el medio y la matemática es más optimista que la lógica... pero mientras haya vida, hay ilusión.

Del otro lado llega un Atlético convulsionado. Se fue Lucas Pusineri tras caer con San Lorenzo, hubo incidentes con la hinchada y hoy el Decano pisará el Libertadores de América con Hugo Colace como DT y la soga al cuello. Una foto que puede ser ventaja para el Rojo... o una trampa si vuelve a quedarse sin respuestas.

Quinteros, que ganó un poco de aire después del 3-0 ante Platense, tocaría lo justo y necesario: Felipe Loyola ingresaría por Luciano Cabral y el resto, los mismos. El once sería:

Rey; Godoy, Lomónaco, Valdéz y De Irastorza; Loyola, Cedrés y Millán; Montiel, Ávalos y Abaldo.

El contexto, para no olvidar: Independiente arrastra una campaña paupérrima, llegó a acumular 15 partidos sin ganar y está obligado a cerrar el semestre con dignidad. La clasificación es un milagro, pero también está la tabla anual y la pelea por entrar a la Sudamericana 2026, que recién asoma como objetivo realista.

La noche tendrá condimento extra en el banco rival (y en la cabina del VAR también, siempre), porque el juez será Sebastián Martínez, sobrino de Federico Beligoy. Dirige desde las 20 por ESPN Premium. Y sí, en Avellaneda va a rodar otra vez esa pelota manchada de nervios, ilusión, enojo y miedo a volver a caerse.

Como siempre, todo puede pasar. Como siempre, Independiente depende de Independiente.

Y como siempre... el hincha estará. Porque si este club enseña algo es que la fe acá se rinde última.