Si bien Omar De Felippe demostró saber cómo jugar en la B Nacional y encontró estilos de juego que le permitieron a Independiente comenzar a sumar puntos, fue fundamental el haber recuperado jugadores que no venían en un buen nivel. Con el trágico comienzo de Miguel Brindisi, eran pocos los soñadores que podían imaginar que Independiente iba a terminar la primera parte del Nacional B con un invicto de diez encuentros y bien posicionado para subir a Primera División. Sin embargo, el arribo de De Felippe mostró la cara inversa de la moneda y encendió una luz de esperanza que se fue convirtiendo en una realidad. ¿Cuáles fueron las claves del notable cambio? Nadie las sabe mejor que el entrenador, claro. Aun así, no pueden ignorarse ciertas cuestiones que, sin dudas, fueron fundamentales: la experiencia de dirigir en la segunda categoría del fútbol argentino, el cambio anímico del equipo y la mejora en los rendimientos de varios protagonistas que venían siendo resistidos, al igual que el surgimiento de otros. Uno de los mejores ejemplos para el último caso es el de Gabriel Vallés. El lateral derecho que llegó al Rojo en 2010 nunca había podido ganarse los aplausos de la gente, de hecho pasó a ser de los más cuestionados por el hincha. En algún momento llegó a declarar que no pensaba que volvería a jugar en el Club, sin embargo, de la mano de Omar, encontró un nivel que nunca antes había tenido desde que llegó a Avellaneda y, no sólo se ganó el puesto, sino que también la confianza de la gente. Así, pasó de ser el “Cono” a ser el “Puma” Vallés. Otro caso, un tanto más particular, es el de Julián Velázquez. Desde que la “Avispa” debutó en Primera hasta que en 2012 fue “fichado” por el Genoa de Italia y tuvo que regresar un mes después por inconvenientes en la transferencia, venía mostrando un gran nivel en la zaga central. Curiosamente, desde su “regreso” a la institución roja, su juego fue cayendo notablemente. Con las lesiones de Claudio Morel Rodríguez y de Cristian Tula, el entrenador del Rojo confió en él para hacerse cargo de la última línea del equipo y su rendimiento creció nuevamente. Ahora, con el regreso de Morel y la decisión De Felippe de ponerlo como lateral, comparte la zona defensiva con Cristian Tula. Samuel Cáceres fue otro que jugó en varias oportunidades tras las lesiones de sus compañeros y que también supo estar a la altura de lo que se pedía. Si bien es cierto que por momentos se lo notó algo nervioso, su nivel fue más que aceptable y hasta tuvo una cuota goleadora: marcó el gol para el primer triunfo del Rojo en la categoría ante Huracán, y volvió a convertir contra Banfield y Douglas. Si bien la Comisión Directiva trajo a Reinaldo Alderete y Franco Razzotti para hacerse cargo del mediocampo, sus rendimientos fueron lamentables. Por eso el DT decidió poner a prueba a Marcelo Vidal, quien venía con un buen visto de las inferiores. El “Toro” jugó, rindió, equilibró el equipo y mostró su excelente pegada con dos golazos –uno de otro planeta-. Por último, vale destacar los ocho partidos que al Rojo no le convirtieron goles, que enseguida remite al gran presente de Diego Rodríguez bajo los tres palos. También el buen rendimiento de Facundo Parra en la delantera, contrario a lo que venía siendo del de Christian Menéndez. De Felippe no es mago pero hizo magia con varios de sus dirigidos. ¿Los casos pendientes? Quizás la regularidad de Leonel Miranda por el sector izquierdo al igual que la de Lucas Villalba como lateral, como también el rendimiento de Juan Manuel Trejo, quien aún tiene el crédito abierto por sus pocos minutos en Primera. El serio y exigente entrenador rojo supo encontrarle al vuelta a varios de sus jugadores y fue lo suficientemente criterioso para ir modificando el equipo hasta llegar a armar uno que terminó en los primero puestos de la tabla. Que sigan los aciertos…