Así como en un momento Mancuello fue, además de un referente, una figura a partir de la cual entender un presente de Independiente (el hincha que después del peor momento de nuestra historia se ponía la camiseta, porque para vivir todo lo que le habían contado, no le quedaba otra que conseguirlo), y más adelante y reciente, apareció Benitez (el salido de acá que se despertaba, representando quizás un despertar de nuestra identidad)... ahora, hoy, sobre todo después del domingo y finalizado el torneo más tedioso posible, la figura que mejor nos representa es el Ruso. Quiérase o no, a partir del Ruso se ve clara nuestra personalidad actual.
"Todo lo que sé sobre la moral de las personas, se lo debo al fútbol. Aprendí que la pelota nunca viene por donde uno espera que venga. Y eso me sirvió para sobrevivir a la ciudad, por ejemplo, donde nadie te dice lo que se supone que va a decir".
La cita es de Albert Camus, que aparte de filósofo, novelista, periodista y depresivo: era arquero. Y uno al que le habían dicho que no, además. Que no servía.
"El hincha de Independiente no lo quiere al Ruso por su personalidad", decía un periodista el otro día, por TV. "El hincha de Independiente no tiene memoria, cómo lo van a putear así", dicen los hinchas de otros equipos después de preguntarte "¿Qué onda que ahora no lo quieren al Ruso?".
Pero "CD: Basta del arquerito perdedor", retruca el hincha de Independiente.
Por supuesto que esto no es una defensa al Ruso. Ni cerca. No discuto que quizás su salida sea lo más conveniente. (Pedirle al Ruso que salga, otro clásico). Esto es sólo una defensa a su arrogancia. Porque, como leí que alguien decía en twitter hace unos días, "Para mi en un arquero la arrogancia es un valor". Y, además, porque su arrogancia es lo que lo convierte en el jugador de Independiente, hoy por hoy, más parecido al hincha de Independiente. Nos estamos quejando del arrogante, nosotros, los arrogantes.
El domingo volvió a ser un caos la tribuna. Ni me meto con el quilombo de barras que no entendí pero que molestó todo el partido. Cada frente cantando una cosa distinta. Parecía que teníamos visitantes. Se peleaban, norte y sur, por quién cantaba más fuerte. LOS DOS, CANCIONES AL MISMO EQUIPO.
Y de la misma forma, divididos, en todas las tribunas, los silbadores y los aplaudidores del Ruso. Otra vez, otra "grieta". Otra crisis de identidad en Independiente. Vi discutir a gente muy grande con gente muy joven, sobre el festejar o no el penal del Ruso. DISCUTIR SOBRE FESTEJAR O NO UN GOL. Vi a la gente joven decir "¿No queremos eso? ¿Que cuando se equivoquen demuestren que la autoridad no se mata?". Y vi a la gente grande sostener el discurso histórico del "al tercer error, un jugador sabe que no puede jugar más en Independiente". Y contra eso, vi a la gente joven quedarse callada. Porque frente al discurso histórico, a la arrogancia del discurso histórico, es complicado decir, hacer, cualquier cosa.
Lo vuelvo a decir, por las dudas: esto no es una defensa al Ruso ni a su continuidad. Es una mirada sobre nuestra actitud frente a su actitud, totalmente opuesta, por ejemplo, y curiosamente, a la que tenemos con los otros dos que, paradoja, portan su mismo apellido. Vi muchísimas camisetas del otro Rodriguez, el Cebolla, el domingo. Solo una, de un nene de seis o siete años, con el 1 atrás. No digo que deberían haber más hinchas del Ruso, ni reniego de que los otros Rodriguez (el Cebolla o el Torito), fueran más inspiradores para niños y adultos que el Ruso. Pero otra vez: es curioso como nos es más fácil identificarnos con el nuevo, que con el que pertenece hace rato. Siempre. Porque al que pertenece hace rato se lo conoce más y se le nota más la personalidad. Lo humano. Y para Independiente, mientras menos humano y más mitológico, mejor. Siempre. Ese es el discurso. Humanos jamás, porque los humanos se equivocan y acá si te equivocas tres veces te tenés que ir. Así de arrogante como suena.
Si se irá o no se irá, no va a caer, por mucho que presionemos, en nuestras manos. Será decisión de la CD. La de las banderas. La que hace oídos sordos a los "Pellegrino NO" y va a hacer lo mismo contra los "basta del arquerito", si así lo quiere. Pero, mal que mal, prefiero que sea así. Así se nos educa la arrogancia. "La pelota nunca viene por donde uno espera que venga", decía Camus. El Ruso resolvió esa parte animándose a patear. Bien o mal, arriesgar es eso: una acción moral. Y autoexigente.
Mientras espero que vuelvan los otros dos Rodriguez, para ver si volvemos a la Libertadores, para ver si volvemos a ser el Independiente de los cuentos, pienso en el Rodriguez que todos, o por lo menos la mitad, quieren que se vaya. Y mientras, pienso que toda esta ansiedad por controlar quién se queda y quién se va, es culpa de la ansiedad que tenemos por conseguir cosas. El vértigo de pensar, como cantaban los Rodriguez, si "será que las cosas no vuelven al mismo lugar". Pero igual, Independiente, también como cantan ellos: te espero.