muerte y resurreccion
muerte y resurreccion
Muerte y resurrección
14/06/2014
Por: OrgulloRojo
14 de junio de 2014
Viejo.. Viejo querido.
Volvimos, viejo.
No se bien como explicarte. No se como resumirte lo que vivimos. Quizá no sea lo más importante.
El día que te fuiste, no te lloré. No por falta de tristeza, vos bien sabés que no…
Era un nene, Papá. Era un nene que sintió esa puta carga de tener que ser fuerte frente a sus hermanas, incluso frente a su madre. Entonces, con aquellos 12 años, se tragó la tristeza y la transformó en un enorme dolor interno, que lo acompañó durante toda la vida.
Hay algo en todo esto que no puedo soslayar. Porque escribo a corazón abierto, con el enorme riesgo de sobrepasarme, pero bueno, así me sale. Ese “algo” es la sensación de que en realidad, el día de tu verdadera muerte fue allá hace un año, cuando nos fuimos a la B.
Ese día fatídico, esa tarde fría de lagrimas y aspirinas, miré el cielo -si, el de los ateos- y pensé en vos. Pensé más que nunca en estos 34 años que hace que te fuiste. Y me di real cuenta que no estabas. Me di cuenta porque yo precisaba llorar con alguien que me entendiera y entonces miré hacia arriba, en un gesto de esos que nos salen sin querer y lloré y putié y te hablé y te dije que te precisaba. Y sentí tu ausencia como nunca antes.
La caída del rojo fue tu bajada del pedestal. Ese pedestal en el que quizás no te dejaba descasar del todo. El dolor despertó la memoria emotiva y a borbotones surgieron tus anécdotas, tus historias, tus hazañas y tus pérdidas. No me lo propuse. Fue saliendo, casi como si estuviera vomitando años y años de tripa enroscada de amor y dolor.
Te perdí hace mucho. Y te reencontré hace poco.
Ya sos historia, elegante Rodolfo. Ya sos parte de lo que fui, de lo que soy y de lo que seré.
Tu nicho está en el Cementerio de Flores. Cuentan que lo compartís con un viejo amigo, con el que se juraron descansar juntos, con un cubilete de dados para gastarse unas generalas.
Se que vos no estás ahí. Se que los dados no se movieron nunca, que esas cosas no pasan. Pero ahora también se que no te habías ido, que andabas adentro mío, acompañando y también pesando.
Ahora estás afuera, viejo querido. Libre.
Jugá tranquilo. Agitá los “huesos” y buscá una servida de esas que se gritan en la cara. Divertite. Sentíte en paz.
Hoy terminaste de resucitar.
Gracias por acompañarme, Papá.
A vos te buscaba desde la Erico Alta en cada abrazo enloquecido con Diego, con Nico, con Fede. A vos te veía en cada padre que acariciaba a su hijo y le decía que el gol de los otros era nuestro. Te vi en sueños, en desvelos posteriores a las derrotas infamantes, en esas noches en las que te pregunté por qué.
Descansá viejo. Sacate el saco y la corbata, dales un último beso de despedida a la sufrida y fuerte Estela, a la soñadora Mariana, a María, el regalo de la adultez.
Y dame un abrazo a mi, carajo, que no fueron tantas las veces que nos sentimos en vida.
El rojo resucitó. Como pudo, como suele suceder en la vida real, se levantó de una caída y se le ven los golpes.
Pero ¿saben que? Volvió a vivir.
Y vivir no es poco.
Luciano Olivera -hincha del Rojo y creador del recordado "aspirinas y caramelos"-