Hace rato que futbolísticamente Independiente deja mucho que desear. Porque el mal momento no arrancó con el fracaso del ciclo Beccacece, sino que hay que remontarse bastante más atrás.

Encima afuera de la cancha, muchas de las compras realizadas por los dirigentes no solo no ayudaron a modificar ese rumbo, sino que lo empeoraron.

Y en ese contexto, en el que tenemos un club que juega mal y encima gasta mucho dinero en jugadores que no rinden, tenemos que destacar a Silvio Romero.

El delantero, que llegó a comienzos del año pasado, ha soportado todo tipo de acusaciones por parte de periodistas e hinchas. También varias lesiones y a un entrenador que lo hizo jugar en inferioridad de condiciones para no hacerse cargo de una venta inexplicable que lo dejó como único nueve en la institución.

Y así y todo, siendo titular o desde el banco de suplentes siempre cumplió, demostrando que tiene la jerarquía que el Rojo fue a buscar y por la que pagó más de cuatro millones de dólares.

El delantero llegó ayer a los 20 goles en Independiente, uno de ellos para darnos el último título que tiene la institución. El promedio es de uno cada 180 minutos, aunque el dato más sorprendente es el obtenido en este semestre. En el mismo, Silvio tiene un gol convertido cada 116 minutos jugados. Casi un tanto por partido en un equipo que juega horrible, lo que hace más meritorio su promedio.

Además, con cinco gritos está a uno del goleador de la Superliga, el colombiano Borré, y es hasta el momento el máximo artillero de la Copa Sudamericana, certamen en el que también marcó cinco tantos.

Anoche Independiente no jugó bien y le empataron, por errores propios y ajenos, de manera increíble. Todo en un partido que ganaba por dos goles, ambos de Silvio Romero. Un ejemplo de lo que viene pasando últimamente.

Digan lo que digan, lo único gordo es el promedio de gol que tiene el delantero.