Me molesta un montón el delay entre la Norte y la Sur. Viste que siempre arranca cantando la Norte y la otra después se suma, pero nunca se alcanzan. Bueno. Eso. Me molesta caprichosamente.
Un quilombo. La Sur. La Norte. La Erico, con su forma Erico de ver las cosas: gritando, buscando siempre altura. Y la Bochini, en frente, con su forma Bochini de mirar. No canta, dibuja. Siempre llena, desde que se habilitó. Cumplidora. La Bochini es tan Independiente que hasta Milito se aparece ahí, cada tanto, a empujar. Como el sábado pasado.
Quilombo incluso dentro de cada tribuna. Con el que aplaudió a Fredes (cuando entró para Arsenal), al lado del que lo silbó. Con el que pide que pongan a Benitez, al lado del que pide que lo vendan. Con el que putea a El Extraterrestre, al lado del que lo banca.
Y quilombo, a la vez, allá abajo, en el césped. Quilombos más, goles menos. Un día bien, un día mal. Que si el equipo tiene personalidad, que si no. Que por qué Victorino todavía en la reserva. Que por qué todavía Aguilera en el 11 titular. Que por qué Tula otra vez. Que por qué una semana nos hacen sentir que somos el Barça y a la siguiente que somos el Almería. Que si Papa, que si Pizzini. Que cómo que se ponen de acuerdo para boludear a Albertengo pero no para que le llegue la pelota. Que si el Ruso sale o no sale. Que si Valencia entra o no entra.
Que si hubieramos cambiado la emoción del gol de Mancu en la Selección, por haberlo tenido contra Godoy Cruz.
Qué se yo.
Allá por el 2001, un periodista le preguntó a Charly García, que en esa época todavía era todólogo (uno que podía opinar sobre cualquier cosa y se suponía que nos iba a interesar), qué pensaba sobre todo lo que estaba pasando con el país. Charly, no me olvido más, contestó muy sobrador, pucho en mano: "sabés que anoche escuchaba el cacerolazo, así que salí al balcón y quise seguir el ritmo". Fumó. Hizo una pausa. El periodista no dijo nada. Después completó: "No pude. Todos tocaban cosas distintas."
El quilombo es eso: mucha gente queriendo la misma cosa, todos "tocando cosas distintas". Todos puntos de vista distintos.
Salvando las enormes distancias entre los dos ejemplos, si a mi me preguntás qué opino del quilombo (o decile incertidumbre, o decile duda, o decile "idea" que no se mantiene un carajo) que hoy es Independiente, también te voy a salir con cualquiera. Te voy a decir que cuando voy a la cancha intento seguirle el ritmo a la Norte cantando con la Sur, pero no me sale. Y que así, igual, intento seguirle el ritmo al equipo, semana tras semana, pero no me sale. O que intento seguirle la onda a las opiniones, a las declaraciones, a todos los tipos de periodismo, pero ni eso.
Pero así y todo, también aseguro que: al quilombo hay que bancarlo. Hay que reivindicar el quilombo. Porque nada pone en movimiento más a las cosas, que el quilombo.
Va a llegar un momento, en que la Norte, o la Sur, o la Erico, o la Bochini, o quien lleve la melodía, va a cantar tan fuerte, que va a ser imposible que el resto no la escuche y, entonces, la siga. Cada tanto, de hecho, pasa. También en el césped. También en las opiniones.
Mientras tanto, aunque moleste: aguante el quilombo. Yo sí quiero volverme tan loco. Yo sí quiero vestirme de rojo.