reconocer el deseo

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Reconocer el deseo

Por: Román Failache
20 de septiembre de 2017

"En un mundo ideal habría compuesto cada alineación con once jugadores que tuvieran tanta determinación como talento. Pero la vida no es así y si tenía que elegir entre personas con mucho talento, pero sin decisión y deseo, y otras que solo eran buenas, pero tenían determinación y empuje, siempre elegía a estas últimas". Sir Alex Ferguson sucinta una de las mayores dicotomías del fútbol en apenas algunas líneas en su manual de vida llamado "Liderazgo", escrito junto a Michael Moritz. La cita corresponde al apartado "Nivel de entrega", ubicada dentro del capítulo "Reconocer el deseo". La justificación con la que concluye su pensar es de una sabiduría admirable: "Las primeras funcionan durante un tiempo, pero nunca tienen el aguante que aporta estabilidad y consistencia a un club". Durante todo el proceso de Holan, Independiente se caracterizó por su valentía, su bravura a la hora de disputar cada pelota, su nivel de entrega con el cual afrontó todos y cada uno de los duelos. A lo largo de este ciclo, uno siempre estuvo seguro que, sin importar las condiciones del partido o el resultado, no iba a ver a sus jugadores rendirse fácilmente. Son contados aquellos en los que el equipo careció de este factor tan distintivo: contra Boca en la Bombonera (0-3), contra Olimpo en el Libertadores (1-1) y el de ayer, contra Atlético Tucumán por la Copa Argentina (1-2) -si quieren, súmenle los primeros 60' del 0-1 contra Lanús del sábado, pero no se olviden que se pierde por ir a buscar la victoria excesivamente-. Fueron tan pocos que quizás sea por eso que la bronca hierve en las venas: ¿qué los llevó a olvidarse ayer de la identidad que los trajo hasta acá? La actitud que tuvo Independiente anoche es preocupante. O quizás lo que me pregunto es si en algún momento realmente la tuvo. Porque después de esos buenos primeros 20 minutos, donde encontró un gol y un tiro en el travesaño, se transformó en un ente desconocido. Se relajó en los laureles de un triunfo parcial, se confió por demás y lo pagó carísimo. Cuando se quiso acordar de ir a buscarlo, el tiempo le jugaba en su contra, y finalmente se quedó afuera de una de las vías de acceso a la Copa Libertadores de una manera absurda, con todo lo accesible que se presentaba su cuadro. Dio la sensación de que la colosal clasificación a los cuartos de final de la Sudamericana de hace una semana quedó en las antípodas de un conjunto sumamente opuesto. Ese equipo que se desesperó por ganar y luchó por su objetivo, sin perder de vista que el esfuerzo era su principal condición para el éxito, nada se le parece al de anoche, uno muy apático y sin reacción. Solo quedará mirar hacia adelante y esperar que este trompadón sirva para darse cuenta de que aún no se ha ganado nada, y que este Independiente, sin la entrega ni el compromiso habitual, no tiene resto alguno con el cual sobrar al rival. Varios de los niveles individuales están por debajo del semestre pasado. El de Tagliafico es el que encabeza la lista y el más llamativo gracias al excelso rendimiento que supo exhibir; el de Barco es otro ejemplo. El tiempo le dio la razón a Milito y empezó a demostrar que, a los 18 años, toparse con el éxito de golpe y cargar con las presiones de llevar un equipo adelante puede ser contraproducente. Ojalá recupere su forma rápidamente, porque es necesario dentro de un plantel con pocas variantes en su puesto; Nery también mermó con respecto a los primeros seis meses, quizás por su discontinuidad en el puesto (y la relajación de saber que en diciembre ya no estará difícilmente continúe en el plantel); y ayer -solo ayer- Sánchez Miño tuvo una noche negra, en la que la imprecisión se apoderó de su pie izquierdo. Además, la bomba de tiempo estalló y la seguidilla de partidos en poco tiempo que se afrontó, con el agravante de las lesiones -Bustos, Benítez y Franco a medias, el Burrito sin estar 100% en lo físico-, fue la vitrina de exposición perfecta para sacar nuevamente a la luz el viejísimo problema que acarrea Independiente desde la era Milito: el plantel corto. Llevar adelante una triple competencia con los pocos jugadores que hay era una utopía. Ya no hay más margen de error. Independiente, ahora, solo cuenta con la posibilidad de salir campeón de la Copa Sudamericana si es que quiere entrar a la Libertadores, el anhelo de todo hincha -o apostar por el milagro de River; no soy de esos-. Estoy seguro que puertas adentro del club hay más jugadores del tipo B que del A de los que habla Sir Alex, esos que gracias a su escasez de virtuosidad pero su excesiva voluntad te pueden sostener un proyecto y coronarlo. Y Holan también lo sabe. La relajación de esta semana no puede ocurrir otra vez. Es importante, parafraseando a Ferguson, reconocer el deseo nuevamente y no perder más de vista el horizonte. Por @rffailache
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