sin caretas
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Sin caretas
12/09/2018
Por: Javier Brizuela
12 de septiembre de 2018
Pasaron dos días del partido y todavía duele otra eliminación de esta Copa Argentina que siempre más pronto que tarde nos termina golpeando. Nuevamente teníamos un fixture favorable para al menos superarnos en el certamen y alcanzar por primera vez los cuartos de final. Nos ilusionamos y recibimos uno de esos cachetazos que cuando proviene de una categoría inferior suena más fuerte.
Y lo peor de todo es como jugó el equipo, como está jugando desde hace rato. Porque saquémonos las caretas, todavía nos dura la alegría de la Sudamericana, más con el envión de la decimoctava, pero Independiente hace mucho tiempo perdió su fútbol. Y que lo recupere un ratito cada tanto no significa que lo tenga. No hay frescura, cambios de ritmo ni intensidad. La modificación del dibujo en el medio no da resultado aún y los rendimientos individuales por debajo de las posibilidades hicieron caer el colectivo, o al revés, da igual. Y no podemos mantener un similar funcionamiento cuando salen varios de los titulares, algo que el año pasado no ocurría.
Lo sabemos los hinchas, el plantel y también por supuesto el entrenador. Y nos preocupa a todos, tanto como quedar eliminados de un torneo por Brown de Adrogué, como el arranque en la Superliga o el inminente choque frente a River por los cuartos de final de la Copa Libertadores. Y es acá donde me quiero detener. Donde nos tenemos que detener, para enfocar correctamente antes de correr el riesgo de perder el foco. Porque una cosa es la preocupación genuina y las críticas constructivas válidas a un entrenador y un plantel que cometen errores como cualquier ser humano. Y otra distinta es darles de comer a fantasmas que lamentablemente para muchos, ya no tienen más lugar en Avellaneda. Las chicanas y operaciones mediáticas al entrenador de hockey y sus drones y al sindicalista contra del gobierno, no tienen cabida en este Independiente que ellos reconstruyeron.
Hoy más que nunca tenemos que tener bien claro los problemas futbolísticos que nos preocupan, para ocuparse y solucionarlos lo antes posible. Pero sabiendo que se dan en un contexto soñado, y que existe gracias a esta dirigencia que nos devolvió el club y a este técnico que hizo lo mismo con nuestra identidad y mística. Y por supuesto también a este plantel, que jugando mejor o peor demostró siempre que se entrega entero y es confiable, sobre todo en los momentos más difíciles. Del Maracaná a hoy los partidos que Independiente disputó en primer nivel fueron pocos, es cierto. Pero se dieron en el marco del objetivo más importante, el que nos muestra entre los mejores ocho luego de 31 años.
Y es posible aspirar a más, porque no es casualidad que estemos ahí. Puede darse este año o no, obviamente no lo sabemos. Pero estamos en el lugar del que nos alejamos durante mucho tiempo y en donde el sueño está al alcance. Cinco años atrás, ante el mismo rival del lunes, una dirigencia incapaz nos puso una careta en los asientos, quizá para que nos tapemos por la vergüenza de ver a nuestro club destruido y en otra categoría. Hoy tenemos bronca por la eliminación del lunes, preocupación por el nivel futbolístico del equipo, pero la fe intacta en un entrenador y un plantel que nos metió en los cuartos de final de la Copa Libertadores. Y sin ninguna careta.