tactica volver a los inicios

tactica volver a los inicios

Táctica: Volver a los inicios

Por: Mono Rubino
24 de agosto de 2014

Vamos a arrancar esta columna por el que sería el último párrafo de la nota: En definitiva, Independiente volvió a jugar mal, en ciertos aspectos de una manera más preocupante de lo que había sido el partido con Estudiantes. No estuvo claro cuales iban a ser las variantes ofensivas y en el segundo tiempo se vio que faltó juego asociado. Igualmente, tengamos calma y paciencia, van tres fechas y no podemos estar pidiendo todas las cabezas por dos partidos, la idea de juego que se plantea es complicada y el técnico lleva poco tiempo trabajando. Esperemos que esto haya sido el piso y que de aquí en adelante podamos ver lo mejor del Rojo, eso que nos mostró en sus dos primeras presentaciones. Una vez más Independiente presento un cambio de esquema y de juego con respecto a los partidos que lo precedieron. Al iniciar el encuentro una vez más Independiente dispuso mucha gente en ataque, pero, en consonancia con lo que sería el partido, la pelota la perdió rápidamente por la falta de variantes para la descarga. Esta vez, la táctica elegida por Jorge Almirón fue 4-3-1-2 pero que no estaba fijo. ¿A qué nos referimos con esto? A que si bien los defensores inamovibles eran Figal, Tula y Cuesta iban a completar esa línea de cuatro tanto Droopy Gómez como Lucas Villalba dependiendo del lado del lado venga el ataque. Entonces, cuando el conjunto de Liniers iba por derecha, era el número 3 quien se paraba de lateral izquierdo y el ex Argentinos Juniors mantenía su posición de volante por el otro sector. No obstante, cuando el juego del rival se recostaba por la izquieda, Villalba tomaba parte en el medio campo y era Gómez quien se ponía de lateral derecho. Lo que pareció querer evitar con esto (y hasta cierto punto lo logró en el primer tiempo) fue lo que tanto Belgrano, Rafaela y Estudiantes habían aprovechado en su momento, que era el cambio de frente con profundidad al espacio vacío que se generaba entre el central y el volante/lateral. Costó entender la manera de salir desde el arco que tenía el equipo. Los centrales realizaban la ya conocida apertura de campo para darle opciones al arquero y Méndez se acercaba por el medio. Él era quien llevaba la pelota, pero lo llamativo era que, ante la presión muy alta que ejercía Vélez, los demás jugadores del medio campo no bajaban de la mitad de cancha para intentar darle opciones de salida al 8, que igualmente dejó en evidencia que no es el tipo de jugador para utilizar como opción al primer pase, como lo sería un cinco natural. Esto generó demasiados cambios de frente innecesarios, errores en la salida, y hasta pelotazos sin sentido. Si el Rojo era capaz de pasar esa primer presión que ejercía Vélez, ahí ya la pelota entraba en el circuito del medio campo. Mancuello jugando de doble cinco adelantado se juntaba con Montenegro, que con imprecisiones, era la manija del equipo, asociandose tanto con los del medio, como con Lucero y Riaño que jugaban arriba. De hecho, en varias jugadas el Rolfi puso buenas pelotas en profundidad para que el ex Boca aprovechara su velocidad, aunque sin final feliz para nosotros. El principal problema de Independiente pasó por la recuperación, ni Méndez ni Mancuello pudieron hacerse fuertes en el medio (una vez más marcamos la falta de un volante central natural), perdieron la contienda del contra un inspiradísimo Cabral y contra Desábato que repartió el juego con mucho criterio. Entonces, los jugadores velezanos tenían total libertad para filtrar pases que rompieran el achique que propone el Rojo y eso se vio reflejado en los dos primeros goles. En el segundo tiempo entraron Pizzini y Pisano por Montenegro y Gómez. Aquí se perdió la brújula del ataque. El equipo pasó a formar un híbrido 4-4-2. Con Figal y Villalba decididamente en defensa como laterales y con los recién ingresados por izquierda y derecha en el medio. Como dijimos anteriormente, Montenegro intentaba ser la manija, y ahora todo se volcó a jugar por las bandas. No era una mala idea a priori, pero faltó apoyo a los recién ingresados, que siempre encaraban solos a los defensores. Ya que Villalba por izquierda, se quedo mucho en su posición de 3 clásico y no pasó tanto al ataque (y cuando lo hizo no fue gravitante) y obviamente Figal al ser naturalmente marcador central no está acostumbrado a hacer dicho recorrido. Con el correr del tiempo, y de los goles en contra, ese 4-4-2 pasó a un 4-2-4 que terminó de desbalancear al equipo (ver el segundo y el cuarto gol para entender esto) y en el final pareció que Vélez tuvo piedad, levantando el pie del acelerador, de un equipo que estaba muy lastimado y desmotivado. Ahora si, volvamos a leer el primer párrafo y esperemos que el equipo (todo: jugadores y DT) también vuelva a mostrarnos su mejor cara.
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