un ano en 90 minutos
un ano en 90 minutos
Un año en 90 minutos
21/11/2016
Por: Eugenia Ferreras
21 de noviembre de 2016
El partido contra CASLA fue un año en 90 minutos. Y quizás más tiempo atrás, todavía.
Estar ahí, peleando, llegando un montón de veces y no pudiendo convertir por falta de suerte. Y digo suerte porque lo prefiero, antes que decir por miedo.
Si no tuviéramos el poder para ganar, no le tendríamos tanto miedo a ganar. Ya se dijo un montón de veces en esta columna, en esta página, en este mundo que es Independiente: estamos condenados por nuestro pasado y el fracaso de los últimos tiempos realmente podría deberse a que ganar cualquier cosa no se va a parecer nunca a lo que ya ganamos alguna vez. Miedo a ganar.
Ya lo hablamos, lo sabemos, lo entendemos, lo padecemos hace más torneos de los que quisiéramos y cada vez que creemos que ésta vez va a ser distinto, nos volvemos a decepcionar.
Viendo más desde afuera el panorama de decepción, hay muchos patrones que se repiten: siempre hay una figura que se revela, casi siempre un chico del club que se carga más al hombro el equipo que cualquier figura incorporada. También eso, siempre hay una figura, y siempre, casi siempre, la figura no llega a lo que se esperaba de ella. Siempre hay también un buen equipo, que parece tener buen clima, que parece sumar, que parece variado, que parece comprometido. Parece, siempre. Nunca termina de serlo.
Y después está el tema del DT. Siempre hay un DT que entiende, que sabe lo que quiere hacer y que tiene ganas de ganar cosas. Los últimos tres DT, por lo menos, no fueron tipos con los que se pueda estar disconformes. Es muy fino el margen. Si todo salía un milímetro diferente, la historia era distinta.
Este año el DT es nuestro. Vivimos la paz de, al menos, no tener que echarle la culpa de todo al que orquesta. Por eso también este año, anulando ese factor, el resto es más visible.
Perdimos tres competencias por lo mismo que perdimos ayer. Miedo. Imprecisión. Incertidumbre. No me da más el cuerpo para pedirle nada a este año. Tengo más ganas de que empiece el que viene, nuevo, de cero y con toda la esperanza renovada, que de ver si se puede terminar de alguna forma un poco más decente este año.
La semana que viene hay una oportunidad y tengo eso que tiene el equipo: miedo, incertidumbre. Nada me dice que podemos ganar. Ni los designios de la historia, con los que siempre nos alimentamos las ganas. Todos los designios terminaron desautorizados este año.
La Bochini baja está casi terminada. Para fines de este año se concluye el LDA. No va a ser la Doble Visera, pero va a ser una cosa terminada, empezada desde cero y ya lista, presentable, imponente. Una cosa que nos reúna orgullosos a todos. Sin la molestia de que falte algo.
Al equipo le queda pasar por el mismo proceso. Al club también. Un camino de reconstrucción desde el derrumbe de la historia y un nuevo comienzo. Desde cero y respetando el tiempo que lleve volver a estar enteros. No como antes, pero siendo una cosa nueva, presentable, imponente. Una cosa que nos reúna orgullosos a todos.