un antes y un despues

un antes y un despues

Un antes y un después

Por: Javier Brizuela
25 de mayo de 2015

En mi caso siempre valoré el trabajo de este entrenador por comulgar con las intenciones y porque siempre defendió su labor demostrando conocimientos, algo que después de escuchar tantos "jugale jugale" uno aprende a respetar. Almirón a sido uno de los técnicos que más dividió a los hinchas en los últimos tiempos. Esta grieta (valga la falta de originalidad para buscarle un nombre que comprendamos todos) tiene fundamentos válidos de un lado y del otro, alimentados por algunos aspectos en los que hubo una involución que ha hecho insostenible su continuidad. Prácticamente se podría decir que tiene que dejar el cargo porque se le dieron vuelta las mismas razones por las que lo sosteníamos sus "defensores" ante cada ataque "detractor". A continuación el antes y el después de cada una de ellas. Resultados: Son los que mandan Sin lugar a dudas su mayor mérito es haber logrado 33 puntos y un cuarto puesto con el mismo plantel que había conseguido un ascenso por la ventana. Ni el más optimista de nosotros si se traslada al comienzo del torneo pasado esperaba eso. Algo que lamentablemente queda hecho trizas luego de ocho partidos sin victorias, con un Independiente ya fuera del torneo (salvo un milagro) que ganó 5 de los últimos 21 puntos en juego, con un papelón en el medio por Copa Argentina. Rendimiento: De la idea al ni idea Nos demostró que el mismo plantel que no pudo crearle situaciones de riesgo a Patronato para ascender, o que jugando horrible no había vencido a Villa San Carlos (por citar solo un ejemplo para ahorrar mala sangre) podía jugar bien al fútbol. Nos devolvió al menos de a ratos el placer de ver al actual Independiente pudiendo mirarse en el espejo del Rey de Copas sin sentir vergüenza. Jugando por abajo, atacando, yendo al frente como lo manda la historia. De esa idea en este torneo quedó solo un bosquejo y salvo el debut frente a Newell's y los partidos ante Quilmes y Arsenal no se la vio plasmada en el campo. Fuimos superiores al rival en varios encuentros, pero sin lograr buen juego o una regularidad que permita obtener triunfos que calmen las críticas. En las últimas fechas, claves para mantener el cargo, Independiente jugó mal. Respaldo: De la palmada al empujón Si bien nunca fue querido por buena parte de los hinchas, aún con buenos resultados y rendimientos en el medio, Almirón siempre recibió un respaldo unánime (o casi) de parte de los jugadores y dirigentes sin ningún doble discurso. En off se lo elogiaba al igual que en el aire de cualquier medio y lo que es mejor, el plantel mostraba adentro de la cancha que creía en el entrenador y su idea. Luego de una seguidilla de frases de cassette por parte de algunos dirigentes, los Moyano fueron los primeros en dejar en claro que los clásicos ante Boca y Racing eran fundamentales para la continuidad del técnico. Partidos en los que dentro del campo los referentes no aparecieron y el capitán se hizo expulsar infantilmente. Armado del plantel y el once titular: En el torneo pasado se las arregló con pocos refuerzos y nos demostró que estábamos equivocados cuando pusimos el grito en el cielo al pedir un cinco, creyendo que Vidal y Bellocq eran Ludueña y Marangoni. Cambió de posición a Mancuello (no hace falta aclarar como le fue) y nos hizo volver a creer en algunos jugadores como Pizzini. Nunca le tembló el pulso para sacar al que jugara mal. Para este torneo además de algunos jugadores que tienen el crédito abierto o con los que acertó, trajo (o como mínimo aceptó que le trajeran) a Valencia, Graciani y Aquino. Refuerzos que nunca demostraron un nivel superior al de Penco, Gómez y el Rolfi, jugadores que él sacó del plantel. Podemos discutir si se tenían que ir o no, pero claramente le juega en contra que hayan fracasado los reemplazos. Sobre todo en el caso del Rolfi, jugador muy querido por la mayoría de los hinchas y cuya salida fue muy desprolija. Factor Suerte: De la liga a ligarla Más allá de los buenos rendimientos y resultados del semestre pasado, en el momento en donde el técnico flaqueó lo acompaño la suerte. Se pudo dar vuelta sobre el final sin merecerlo un partido en Bahía Blanca y luego se ganó el clásico jugando mal, solo con actitud. Los encuentros que se perdieron fueron merecidamente (goleadas incluidas) y por lo general cuando el equipo fue superior se lograron los tres puntos. En muchas fechas de este torneo fuimos superiores al rival y no ganamos. Sin brillar se pueden conseguir triunfos que den la tranquilidad necesaria como para lograrlo; lamentablemente no se dio. A esto se le suma la gran cantidad de penales en contra y algunos arbitrajes que nos perjudicaron. Y lo peor, la grave lesión del Torito Rodríguez, clave en el esquema del técnico. El clásico: De la confirmación al asiento eyectable Almirón llegaba al partido ante Racing del torneo pasado muy cuestionado, con la necesidad de un triunfo que le de el alivio necesario como para trabajar tranquilo. Y se consiguió, con más actitud que fútbol, ante un Racing que se mostró paralizado y con un entrenador que había declarado inocentemente que prefería otras cosas a ganar ese partido. Independiente hizo lo que tenía que hacer: ganó el partido más esperado por los hinchas y a su entrenador le "explotaba el corazón". No hace falta mencionar como se llegó al domingo ni el lamentable resultado. Necesitaba no solamente ganar, sino también obtener de parte de sus jugadores una muestra de carácter que lo sostenga. Nada de eso pasó, el equipo ayer fue al inodoro... Acá también influye el factor suerte, ya que le toca ser contemporáneo de un Racing fuerte, que salió campeón y está peleando la Copa Libertadores, algo obviamente inusual y que le saca paciencia a los hinchas. Muchas veces hemos escondido nuestra mediocridad debajo de la basura de nuestro vecino, hoy en día no podemos. Su imagen: De la firmeza a la soberbia Almirón nunca se destacó por su manejo con la prensa. Si fuera un político debería contratar un asesor de imagen o echar inmediatamente al que tiene. Pero el semestre pasado nos parecía saludable tener a disposición un entrenador desestructurado que hablara y les de explicaciones a todos, charlando una y otra vez de su idea. Además a pesar de ser un desconocido mostró siempre firmeza y mano dura en el manejo del plantel. Con los resultados adversos, las charlas de la idea del entrenador se tornaron para la gente reiterativas y la falta de autocrítica luego de varias derrotas le colocaron el mote de soberbio. La frescura se transformó en falta de recursos para manejarse ante los embates. Ahora ya todo queda en manos de los dirigentes, encargados de buscar un reemplazante que sea capaz de crear un antes y un después, para que Independiente sea a futuro el que fue en el pasado.                
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