La frase que más leemos y escuchamos últimamente es la de que Independiente es un equipo en formación. Y es verdad. Sólo que yo agregaría que Jorge Almirón está en sintonía con eso y él es un director técnico también en formación. O al menos es la sensación que me da repasando muchas de las decisiones que vimos en estos meses desde que asumió. Hoy Almirón vuelve a interpretar de manera equivocada el trámite del partido y la manera en que decide buscarlo después de estar perdiendo. Vuelve a errar en decisiones clave y las paga caro. Saca de la cancha a Montenegro y a Pisano que, más allá de no tener una buena tarde (ya van varias), son los únicos que pueden darle un poco de juego al equipo. Incluso repite los cambios que el mismo se autocriticó tras la derrota por Copa Argentina contra Estudiantes. El equipo termina partido, sin mediojuego, y transformando a Figal en el “conductor” que tira centros desde la mitad de la cancha con muchos minutos todavía por jugarse. En el primer tiempo se vio lo mejor de la tarde porque se generaron muchas y muy claras situaciones de gol pero con muy poca contundencia para hacer la diferencia en el marcador. Cuesta entender porque hubo tantos cambios cuando la cosa funcionaba y hay tan pocos ahora (solo los obligados por suspensión) que hace varios partidos que, más allá de triunfos, empates o derrotas, hay una clara crisis de funcionamiento. A lo que también hay que sumarle un bajón individual importante en jugadores como Pizzini, Riaño, Pisano y Bellocq por nombrar solo a algunos. Ahí la responsabilidad del técnico está en mantener algo que no está dando los resultados que antes daba. No es mi intención pedir que entren o salgan determinados jugadores, pero si aceptamos que somos un equipo en formación y vemos que hay jugadores que no están teniendo un buen nivel, deben salir para que tengan la chance los que están afuera, como alguna vez estuvieron afuera ellos y tuvieron su chance. Prueba y error y que juegue el que mejor esté. La Mancuellodependencia hoy quedó más en evidencia que nunca y Mancu no puede ser siempre el héroe. Riaño no puede jugar de único punta, necesita más compañía arriba y en lo posible de un centrodelantero como Lucero o Penco (con Lucero jugó en gran forma vs Rafaela). Pisano debe ser utilizado por la banda y no por el centro, más allá de que su nivel desde que se ganó la titularidad fue de mayor a menor. Y Bellocq, por esquema o por su bajo nivel, da demasiadas ventajas en la mitad de la cancha y el equipo sufre la llegada de todos los volantes rivales de frente a una defensa que mete miedo y no precisamente del que espanta. Todo lo contrario. Es una invitación al gol. Independiente empezó perdiendo 8 de los 11 partidos del torneo. De esos ocho pudo ganar tres, empató dos y perdió definitivamente los otros tres. Sólo arrancó ganando ante Rafaela, Banfield y Central. El vaso medio lleno es que el equipo tuvo reacción y en varios partidos demostró estar fuerte de la cabeza para intentar dar vuelta el resultado o al menos rescatar un punto como en Mendoza o esta tarde ante Defensa. Pero es hora de ver el vaso medio vacío también. Algo le pasa a un equipo que empieza perdiendo casi siempre. A pesar de no ganar los partidos que nos permitirían estar más arriba, seguimos ligando. Entre Mancuello y la suerte oscila este equipo en formación que está lejos de poder pelear seriamente un torneo pero que lo hace porque este fútbol argentino, emparejado para abajo, se lo permite. Ojalá en un tiempo no muy lejano podamos recordar este proceso de formación y podamos tener un equipo y un técnico consolidado que nos permitan pelear y sobretodo ganar campeonatos.