un eterno deja vu

un eterno deja vu

Un eterno dejá vu

Por: Juan Manuel Colomer
6 de septiembre de 2015

Ojalá fuera solo la coincidencia de la última semana y los sendos empates frente a Estudiantes y Huracán con sabor a nada. Pardas en donde sin ser descollantes ni desplegar un fútbol de alto vuelo, debimos habernos llevado los seis puntos. Pero no. Este Independiente se empata solo y no sabe cuidar aquello que le cuesta horrores conseguir, con el agravante de hacerlo ante rivales que ponen lo mejor de sí para que hasta incluso consigamos una goleada. ‘Otra vez sopa’, diría Mafalda. Otra vez un primer tiempo espantoso e inaceptable desde lo futbolístico y desde la entrega como ocurrió en Sarandí. Nuevamente presenciar como once híbridos vestidos de rojo son humillados por otro de los tres peores equipos de la temporada. Aquella vez Arsenal, esta vez Huracán que ganó tan solo cuatro partidos en el año y pelea el descenso. Inaceptable por donde se lo mire. Otra vez lograr ponerse en ventaja (lo más complejo y necesario en el fútbol) y no poder sostenerla. En 23 fechas logró marcar el primer gol en 18 oportunidades pero tan solo se terminó llevando el triunfo en 9 ocasiones. No son sólo números. Los datos hablan de un equipo débil, frágil e ingenuo para defender los tres puntos. Y otra vez tener un rival entregado para recibir el golpe de knockout, que hizo todo con Marcos Díaz como estandarte para que sellaramos la victoria, pero perdonar y perdonar hasta regalar dos puntos sobre el final. Este Independiente es un eterno dejàvu. Todo esto ya la vivivos, ya lo sentimos y, sobre todo, ya lo sufrimos una y mil veces en el último tiempo. Y la mayoría de los responsables son los mismos. Se hablará del cambio de Papa y de que Pellegrino no supo cuidar el resultado teniendo la pelota y no metiéndose atrás. Pero la triste realidad es que este equipo no sabe tener la pelota. No sabe y no tiene quien la tenga tampoco. El más cercano para eso ayer salió en el entretiempo. Entre la salida de Méndez y las lesiones de Mancuello y Cebolla Rodríguez, Independiente no tiene un solo jugador capaz de manejar el balón y los tiempos de un partido favorable. Pero es pedirle a este equipo hacer algo que no sabe hacer y nunca hace. Ni ganando ni empatando ni perdiendo. Rara vez tiene respeto por la pelota. No la quiere, la revolea, la regala, no sabe que hacer con ella. La desprecia. Y el desprecio por el elemento más importante de este deporte se paga caro. La única esperanza que tenemos todos es esperar que algo cambie cuando recuperemos a los jugadores que hoy están afuera o juegan sin estar en plenitud. Solo eso sostiene la ilusión de terminar el año festejando. Son ellos los que tienen que darle una inyección de voracidad a este equipo insulso, sin carácter, especialista en regalar lo que no le sobra y sin vergüenza deportiva para revertir adversidades. Ganar el clásico no va a cambiar demasiado todo esto, pero le deben una alegría a la gente. Una deuda que se paga parcialmente ganando ese partido con autoridad, jugando como la historia de este club manda y sin atenuantes ni tibiezas. Despiertensé de una vez.
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