un experimento
un experimento
Un experimento
17/09/2016
Por: Mono Rubino
17 de septiembre de 2016
Sorprendió Milito con la elección táctica para este partido, que decidió enfrentarlo con un esquema con tres defensores; Figal, Pellerano y Tagliafico; tres mediocampistas; Martínez, Vitale y Sánhez Miño; dos mediapuntas, Barco y Blanco; y dos delanteros, Albertengo y Benítez.
Costó varios minutos comprender cómo salió el equipo a jugar el partido ante Quilmes. Y por lo que se vió, a los jugadores también les costó porque en los primeros momentos, no estaba nada definido. Sánchez Miño aparecía por el medio, Domingo Blanco no encontraba donde agarrar la pelota y a Barco le costaba encontrar con quien asociarse. Además en esos momentos Quilmes no daba respiro, presionando bien arriba y arrinconando al Rojo.
Al poco tiempo, los dirigidos por el Mariscal pudieron afirmarse en campo rival y se vió que Independiente es más equipo que el Cervecero pero no pudo plasmar su diferencia en el marcador. Tampoco es que haya tenido muchas llegadas de riesgo, pero si ejerció el control de la bola durante todo el rato.
Sorprendió ver como de los tres defensores, tanto Figal como Tagliafico cruzaban constantemente la mitad de cancha con pelota dominada. Cuando subía uno, el otro se quedaba pero no atrás, sino cerrado, más bien cerca del círculo central junto a Pellerano. Por su parte, Sánchez Miño y Martínez tenían la obligación de sumarse a todos los ataques, ser opción por afuera pero ninguno podía descuidar el retroseso. Para todo esto fue clave el posicionamiento de Vitale, tapando huecos y mostrándose para recibir la pelota.
Los delanteros tenían libertad para moverse, y aquí se notó mucho la falta de fútbol de Albertengo que estuvo duro con la pelota en los pies y Benítez rompía líneas casi siempre de izquierda a derecha.
En el primer tiempo al equipo le faltó profundidad, el Flaco no inquietaba a los centrales y por eso la mayoría de los ataques no properaban.
El segundo tiempo fue completamente distinto a lo que pasó en el primero. Los dirigidos por Grelak se pararon varios metros más arriba y salieron a comerle los talones a los mediocampistas de Independiente. Así fueron arrinconando al Rojo y llegó la apertura del marcador del Cervecero.
A Independiente le costó muchísimo generar juego, se vieron muchas imprecisiones en esta parte, con pases errados a un compañero que estaba enfrente u otros que picaban al revés de lo que pedía la jugada.
Por eso Gaby mandó a la cancha a Vera por Albertengo y a Rigoni por Blanco, para armar el conocido 4-3-3. Pero no mejoró mucho la cosa.
Ahora el local se abroquelaba bien atrás y era difícil de superar. Los ataques se centraban más que nada por la izquierda, intentando explotar la frescura del cordobés recién ingresado y porque además Benítez mostró un fuerte cansacio y le costaba llegar a algunas pelotas largas que le tiraban.
El empate vino en una de las pocas jugadas que Independiente pudo hilvanar pases preciso hacia adelante, y Tagliafico, muy inteligentemente, en vez de mandar el centro buscó por abajo a Rigoni que la mandó al fondo de la red.
Ahora sí, con el impetú por lograr la victoria el equipo tuvo más motivación para presionar y armar jugadas, pero no quedaba mucho tiempo y encima Quilmes durmió bien el juego cuando pudo para sacarle ritmo de buena manera.
Con el resultado puesto queda la espina de pensar que se regalaron varios minutos ante un equipo que en la previa se preveía como accesible. Por el lado bueno, se puede decir que no se perdió y se le dieron descanso a varios jugadores claves que deberan afrontar el partido entre semana por la Copa Sudamericana, y como yapa, se probó una nueva táctica.
El empate fue justo, Independiente dominó el primer tiempo y Quilmes manejó bien la diferencia en el segundo sin pasar sobresaltos.
Ahora sí, la mira se enfoca a Chapecoense.