"Muchas veces nosotros planteamos objetivos, proponemos ir en un sentido e ignoramos de dónde venimos. Es muy importante que quien recibe nuestro mensaje vea coherencia en nuestro comportamiento pasado. Si hay algo que el futbolista no perdona es el engaño del que dice "vamos hacia allá", pero su pasado fue en sentido contrario. Si decido proponerle a alguien una epopeya, un intento, una búsqueda, sin tener antecedentes personales que justifiquen que esa posición es genuina, valiosa, es sinónimo de fracaso; si bien a veces el fallo no es inmediato, siempre se produce, aun a largo plazo". Las palabras son de Marcelo Bielsa. "Los 11 caminos al gol" es un libro que le recomiendo a todos con quienes hablo.
Anoche vi unanimidad en el estadio. O por lo menos en el sector donde me tocó trabajar (Bochini Baja). Presencié a una platea que se rompió las manos en son de agradecimiento a un plantel que dejó cada gota de sudor en la cancha, y aplaudí yo también. Fue genuino, no tenía ningún tipo de reproche. Tragué angustia y desilusión, pero por este deporte en sí, tan bello e injusto. Esta vez no fue como las otras, cuando los responsables de vestir nuestra camiseta no estuvieron a la altura, sino porque vi a mis representantes matarse por el objetivo y morder cenizas. Sentí empatía con su entrega, y casi perdido en lágrimas de impotencia, haciendo fuerza para aguantar que me ganaran y poder responderle con entereza a la radio, miré cómo los jugadores, muchos de ellos abatidos, se iban ovacionados y reconocidos por su público, y me sumé a la multitud en ese clamor. Algo bien estará haciendo el equipo.
Dejando de lado las estadísticas, detrás de los buenos seis meses de Holan hay configurada una base piramidal tan o más importante que una clasificación a una Copa Libertadores. Algo que todo equipo que quiera triunfar debe tener, y es el respeto por una idea y una identidad de juego. Ese
"ir en un sentido" del que Bielsa habla sin
"ignorar de dónde venimos". Es la base de todo proceso ambicioso y hoy Independiente lo tiene. En este once no entra cualquiera, sino aquel que entiende que para estar ahí debe pelear cada pelota hasta el final, exigir a su rival hasta el agotamiento y entregar todo y más, aún en la derrota, como la historia lo pide. Eso de "Compromiso, Actitud e Intensidad" no fue un simple lema para contagiar en redes sociales, sino una bandera que se perpetuó a la hora de afrontar duelos y el epitafio de la primera parte de un proyecto que culminó con muchas más cosas en el haber que en el debe. Incluso, con varias impensadas sobre el final del primer tramo de este torneo.
Sobre el partido, el fútbol nos enseñó y demostró que los merecimientos no existen. Encima, como si el destino se nos riera aún más en la cara, el error por el que nos empatan es de Campaña (elige mal conceptualmente y le da una pelota complicadísima a Nery, que lanza un horrible pase forzado a un rival), el tipo más regular del torneo y quien tantas veces nos salvó. Insisto en que no hay reproches en una noche en la que se dio todo para ganar y no pasó, aunque hilando muy, muy fino, quizás alguno de los cambios (Erviti, Meza o los dos) tendría que haber sido por un defensor; tal vez, en una de esas, arriesgando un poco de más, quién te dice... De todos modos, el planteo me pareció bueno, cuidándose de las corridas de Acosta con subidas de Pasquini y esperando pasar el primer sofocón que siempre impone Lanús, y luego con un equipo protagonista durante 70 minutos. Independiente obnubiló a un rival que tiene dos años de trabajo encima bajo el mismo proyecto y no lo dejó acomodarse. Lo dominó a merced a partir de los 30 minutos. Solo faltó que entre por segunda vez.
Sí se puede recriminar, aunque no a Holan, que la falta de cierto peso específico en el plantel hace que Independiente tenga de estas pálidas. Hoy hay cracks en desarrollo, como Barco y Rigoni, y leones como Bustos, Tagliafico y el Toro Rodríguez, más un arquero de nivel de selección. Pero no se cuenta con un jugador que, por jerarquía individual, te cambie un partido. Principalmente, uno dentro del área. Un Benedetto, un Alario, un Blandi, un Bou o Lisandro, incluso un Scocco. Terminar el semestre jugando con Albertengo como titular, cuando por lejos demuestra que le está costando demasiado, es regalar ventaja. Y algo que vengo pensando hace ya varias fechas: ¿por qué no llevar al banco a un suplente para el puesto? No me digan que no hay porque vi inferiores bastante tiempo y sé del potencial de los chicos de Reserva como Nicolás Messiniti o de Lucas Lezcano. ¿Ni siquiera sentarlos y que esperen su turno? Los dirigentes tienen ahora su propio partido. En sus manos queda lo que pase en la Copa Sudamericana o Argentina. Es menester que traigan, al menos, un futbolista que te haga la diferencia.
Estos seis meses fueron más que intensos. Independiente recuperó su juego histórico, ganó muchísimo más de lo que perdió (apenas un partido), se ilusionó con entrar a la Libertadores, con pelearle el campeonato a Boca, y los cerró con un partido que quedará en la historia de las iniquidades más grandes del fútbol. Pero siempre con pertenencia, con lealtad a un sistema que se fue ajustando y moldeando en base a lo que pedía cada partido, y con jugadores que adentro de la cancha demostraron los valores que el hincha quiere ver. Con la "coherencia con nuestro comportamiento pasado" que demanda Bielsa para afrontar un desafío. Por primera vez en mucho tiempo, hay un proyecto que comienza a mostrar sus luces y que despierta entusiasmo en los hinchas. Ahora habrá que alimentar las exigencias de un técnico que demostró estar a la altura, mantenerle una base de trabajo y abastecerle el plantel de futbolistas categóricos. El resto, que quede en sus manos.
El paso inicial para lograr algo está dado. Nos merecemos bellos milagros, y ocurrirán.
Por @rfailache