Independiente viajó a Córdoba con la difícil misión de enfrentar a Talleres, conjunto que arrastraba una racha de siete partidos sin perder en el Mario Alberto Kempes. Los dirigidos por Ariel Holan salieron a cancha con algunas modificaciones respecto del partido ante Atlético de Rafaela. Juan Sánchez Miño, Diego Rodríguez y Martín Benítez se presentaron en el Kempes y los que no vieron acción desde el arranque fueron Alan Franco, Walter Erviti (por sendas lesiones ambos) y Maximiliano Meza (decisión táctica). En principio un 4-2-3-1, con Benítez detrás de Gigliotti, que muchas veces formó un 4-4-2 cuando Talleres atacaba. Por su parte, Talleres dispuso el once titular que venía de empatar en el clásico cordobés. Un equipo que se destaca por su fútbol vertical, con laterales como Godoy y Escobar que pasan al ataque, una dupla conformda por Pablo Guiñazú y Leonardo Gil que son el termómetro del elenco, un Emanuel Reynoso, jugador con un futuro prometedor y una delantera compuesta por dos extremos y su nueve, Victorio Ramis. Ante este panorama, en una cancha difícil y con un equipo enfrente que si tiene algo que lo destaca es jugar al golpe por golpe, Independiente tomó una postura más pragmática y le cedió la iniciativa a los dirigidos por Frank Kudelka. En esta tarea de mostrar intensidad y achicar los espacios del rival, fue importante la tarea de la última línea, con un Tagliafico que mostró una vez más que está en un nivel muy alto, y el ingreso de Sánchez Miño que aportó solidez. No queda fuera de este análisis la tarea del doble cinco, ya que el ingreso del Torito Rodríguez ayudó a que tanto él como Nery Domínguez cierren un partido más que correcto. Independiente se abocó a neutralizar al rival, sabiendo que este dejaría espacios, y tal es así que a partir de las transiciones defensa-ataque, comandadas por la frescura de Rigoni, determinante en el mano a mano por derecha, Barco por izquierda, y el mencionado Benítez por calle central, se vio lo destacable en ofensiva del equipo de Holan, exprimiendo al máximo los errores de la T, como el gol en contra que anotó Sebastián Palacios que le dio la ventaja parcial al Rojo, al interceptar un exquisito pase de cachetada de Barco en una de las tantas contras. Ya en la segunda etapa, los dirigidos por Holan jugaron con otra soltura. Tal es así que a los pocos minutos de comenzado el segundo tiempo, Independiente confeccionó una linda jugada saliendo desde el fondo con Fabricio Bustos -de destacable partido-, donde Rigoni pudo lanzar un centro cruzado que el arquero de Talleres no pudo contener y el rebote le cayó al Puma Gigliotti, quien capitalizó esa acción y puso el gol definitivo del encuentro. Con esa ventaja ampliada, Independiente verdaderamente le dio una paliza táctica a Talleres, en la cual con una entrega constante y una actitud perseverante, el elenco de Holan no le dio el mínimo lugar al elenco cordobés de ilusionarse con una remontada. El objetivo es claro, ingresar a la Copa Libertadores 2018. Haber vencido en Córdoba servirá para alimentar la confianza y las convicciones, a sabiendas que la campaña como visitantes es cosa sería. Inversamente proporcional a los números cuando el equipo lo hace en el Libertadores de América. Que este triunfo siente las bases de un equipo serio y fundamentalmente competitivo.