En el Defensores del Chaco Independiente enfrentó el partido de vuelta por los octavos de la Copa Sudamericana con mucha paciencia e inteligencia para hacer correr la pelota, desesperar al rival y no dejarle espacios para que el local inquiete el arco defendido por Diego Rodríguez. El planteo táctico de Mauricio Pellegrino fue, al menos en la disposición de los jugadores en el campo de juego, el mismo que el dispuesto en el Libertadores de América con cuatro defensores, misma cantidad en el mediocampo, un mediapunta y un delantero. En el global y mirándolo fríamente se puede decir que el Rojo jugó un buen partido, principalmente porque, luego de superar el envión de los primeros 15 minutos de Olimpia el equipo pudo hacer pie en la cancha, comenzar a circular la pelota, sobre todo desde los botines del “Marciano” Ortíz quien fue el principal eje para comenzar las jugadas que tenían destino diferente en por las bandas. Por la izquierda era todo más pausado, a uno o dos toques, buscando paredes entre el “Cebolla”, Tagliafico y Trejo (o Benítez, luego de los 20 que cambió de punta con el “Tucu). Por derecha, era todo más directo, buscando desbordar rápidamente al lateral paraguayo pero sin tirar muchos centros ya que los centrales locales sacaban todo por arriba, así que en general se buscaba la jugada asociada para entrar al área desde ese costado. Si la jugada iba por el centro, Vera la aguantaba y pivoteaba magistralmente, volviendo loco a los defensores que terminaron el primer tiempo pegando varias patadas. Una de ellas, terminó en la expulsión de Aranda. Luego de esos primeros 15 minutos donde Olimpia salió con fiereza a buscar el resultado y atacaba con mucha gente, la defensa se plantó de gran manera y dejó por muchos momentos al equipo paraguayo sin ninguna chance de prosperar, ni por los costados, donde Toledo y Tagliafico estuvieron bien acompañados por Benítez y Trejo, ni por el centro, debido al gran partido de Pellerano. El único que pareció desentonar fue Cuesta, que hizo varios foules sin sentido y se lo vió demasiado impreciso con la pelota en los pies. Si bien Independiente jugó inteligente con la pelota en los pies, esto fue hasta ¾ de cancha, porque a partir de este momento, se falló en el 100% de los pases que debían generar jugadas de peligro. Algunas fueron por apuro, otras por desconcentraciones y varias, sobre todo en el segundo tiempo, parecieron ser por un incipiente temor a definir la serie. Cuando hablamos de fallas en los ataques, hablamos de fallas graves. En el segundo tiempo hubo contras de seis jugadores rojos contra tres defensores y la pelota o le quedaba atrás a alguien o la tiraban muy delante de otro. Realmente insólito el problema en el que se metió Independiente sólo, que mantenía a raya al rival, pero sin patear al arco. 60 minutos pasaron para que Independiente patee al arco. Y, muestra de lo que fue el partido en ese aspecto, no fue por una jugada colectiva, ya que el “Cebolla” recuperó en la salida de Olimpia y definió flojo en el mano a mano ante el arquero. Eso fue todo lo que generó el equipo contra el arco rival, cuando un gol podía haber definido la serie. Más allá de esta increíble falla que tuvo el equipo en el partido, que ni siquiera generó jugadas de peligro, no pasó sobresaltos contra el local, que metió mucha gente en ataque sobre el final pero no pudo concretar ninguna jugada certera y lo único que se le ocurría era zambullirse varias veces dentro del área buscando un penal que nunca le dieron por lo burda de sus simulaciones. En definitiva, Independiente jugó un buen partido. Creemos que en la Copa es fundamental mantener el 0 en el arco propio, la mayor cantidad de partidos, pero también, tan importante como eso, es meter goles de visitante, ya que esa es la verdadera diferencia que se puede marcar contra un rival. No hay que dejar de ver que para varios jugadores esta es su primer experiencia internacional y no fue mala, por eso creemos que se puede mejorar. Por eso, ya tenemos la mente puesta en lo que será el cruce de cuartos contra Independiente Santa Fé de Colombia.