Independiente atraviesa el peor momento de su historia y
nosotros, los hinchas, como fieles guardianes de esta pasión inexplicable tenemos la obligación de sostener a nuestro amado club ante los millones que están esperando su caída para regocijarse y, en mayor medida, tapar propias miserias. Pobre de ellos, se quedarán con las ganas.
Ante esta angustiante situación, hinchas genuinos a través de las redes sociales llaman a un banderazo para el
sábado a las 16 horas en el Hotel Panamericano, donde se concentra el plantel (Carlos Pellegrini 551, Capital Federal) de cara al choque frente a All Boys (sábado a las 20.20). Desde allí se acompañará al micro de los jugadores hasta el Libertadores de América.
¿Que varios futbolistas de este plantel no lo merecen? Es cierto. ¿Un banderazo no es algo más emparentado con los vecinos, hinchas eternos de la hinchada? También es así. Sin embargo, la delicada situación que atraviesa el equipo invita a los más reticentes, al menos, a plantearse
acompañar a este plantel que hoy lleva en el pecho el escudo del club más glorioso del país. El nuestro, el de nuestros padres, nuestros abuelos...
El insulto, la indiferencia, el murmullo, los cantos hirientes para con los nuestros desde la previa o desde el minuto 0 de los partidos hoy no llevan a nada, no suman para Independiente. Por el contrario, alimentan al rival de turno. Por eso, más allá de que , demostrarles a los jugadores que no están solos en esta lucha desconocida para ellos y para nosotros es importante.
Después, los que ingresan a la cancha son los futbolistas, pero nosotros, desde afuera, podemos sumar, ayudarlos, darles la confianza y el apoyo que necesita un grupo que, indudablemente, viene golpeado y caído.
Nosotros en el tablón, ustedes con el corazón. Y todos juntos vamos a salir de esta situación nefasta.