desdibujado y sin caracter
desdibujado y sin caracter
Desdibujado y sin carácter
19/04/2015
Por: Juan Manuel Colomer
19 de abril de 2015
Independiente no solo no avanza sino que ahora, además, retrocede. Desde aquella noche mágica contra Arsenal (¿habrá sido real?) el equipo no hace otra cosa más que involucionar en todos los aspectos posibles. Porque hasta anoche por lo menos podíamos rescatar algunos minutos de buen juego, con la propuesta intacta, al menos hasta que nos dieran ese golpe directo a la mandíbula de cristal. Es decir, había algo para rescatar.
Ayer se tocó fondo. No hubo ni raptos de la idea que se pregona. No hubo salidas claras desde el fondo, mucho menos circuitos de juegos, asociaciones, pases pacientes hasta encontrar por donde lastimar al rival. Se vio un Independiente absolutamente desdibujado. Y, como si esto fuera poco, con una tibieza y una falta de carácter generalizada lisa y llanamente imperdonable.
Porque en el fútbol uno puede tener partidos en donde el pase no salga, te adivinen la gambeta, intentes algo y no lo logres. Son personas, no máquinas. Hasta los mejores jugadores de este deporte tienen malos partidos, ¿por qué no habrían de tenerlos jugadores que están a años luz de serlo? Pero hay algo que debería ser innegociable y evidentemente este equipo no lo tiene: la actitud.
Anoche volvieron a demostrar que este plantel carece de lo más importante a la hora de competir. De la materia prima necesaria para afrontar cualquier desafío. Aquello que no se aprende, no se entrena, sino que viene (o debería venir) innato.
No hay manera de que el hincha -más allá de cualquier resultado de turno- se vaya feliz o tranquilo a la casa después de ver 90 minutos de un grupo de jugadores vistiendo su camiseta sin personalidad, sin guapeza, sin presencia. Casi al punto de hacerle pensar que todo, absolutamente todo, les da lo mismo. La bronca de la gente no es solo por el empate. Al hincha le importan las formas. Quiere ganar siempre, sí. Pero también va a reconocer cuando se deje todo para ganar aunque no se logren los tres puntos. Claramente ayer lejos estuvieron de ser reconocidos por eso.
¿Necesitaron que Argentinos Juniors se quedara con un jugador menos para entender que Independiente tenía que llevárselo por delante como sea? Por supuesto que si era jugando mejor y recuperando algo de la idea de juego que se pretende, mucho mejor. Pero si de esa manera no se podía, entonces alguna noche tienen que aprender a ganar los partidos de otra forma. Algo que hubieran logrado, sin ningún lugar a dudas, si la presión y el empuje que pusieron en el tramo final las hubieran puesto desde el pitazo inicial.
Al Libertadores de América viene cualquiera a copar la parada, a manejar los partidos, a hacer tiempo. Todo esto bajo la atenta mirada de los jugadores locales. No hay uno solo capaz de estar encima del árbitro, hablando, exigiendo, presionando. Nada. Con esa misma actitud juegan. Son detalles, sí. Pero son esas pequeñas cosas que explican las grandes cuestiones.
Almirón tiene su cuota de responsabilidad en este presente también. Está cada vez más terco con la idea de juntar a Papa y Tagliafico habiendo tenido sobradas muestras de que eso no funciona. Cuando se da cuenta y cambia, ya es tarde para todo. No entendí el ingreso de Graciani tras la lesión de Riaño. En realidad, a decir verdad, no entiendo que hace Graciani en Independiente pero eso dice muchas cosas de nuestro presente.
No comparto la salida de Pisano, que estaba jugando tan mal como lo viene haciendo de un tiempo a esta parte, pero aún con malas decisiones, lagunas y displicencias, sigue siendo el único capaz de inventar una jugada o un pase gol. Y eso también dice muchas cosas de nuestro presente.
En tal caso si Almirón quiere mandarle un mensaje al ex Chacarita debe sentarlo en el banco de suplentes y no sacarlo cuando el equipo necesita ganarle de local a un Argentinos que juega con diez.
Me preocupa ver a un Independiente sin alma. Todo lo demás se practica, se entrena, se aprende y en algún momento va a volver a aparecer. Hoy está desdibujado en su idea madre pero, lo que es peor, sin carácter ni personalidad que lo ayuden a reencontrarse con su mejor versión.