el partido perfecto
Por: Mono Rubino
12 de septiembre de 2015
En el que fue sin dudas el mejor partido desde lo futbolístico y emotivo de la era Mauricio Pellegrino, Independiente le dió una lección a un Racing que llegaba al Libertadores de América con ganas de cortar la racha de nunca haber ganado en este nuevo estadio.
El Rojo venía de una aceptable presentación ante Huracán donde se había visto las ganas de cambiar esa languidez que tenía cada una de las presentaciones. Y con el partido ante la Academia ese demonio se pudo exorcizar, porque el equipo jugó muy bien en todas sus líneas y en todos los frentes.
El trabajo defensivo de Independiente fue perfecto. Presionó arriba a los defensores, a quienes les costaba horrores buscar el hueco para poder salir y además, taparon la principal usina de creación de Racing que es Luciano Aued. Con eso asegurado, lo único que se debía tener cuidado es con los pelotazos, porque tanto Milito como Bou juegan muy bien esas pelotas, pero Pellerano y Cuesta los controlaron de gran manera.
Como decíamos, la presión alta de Independiente comenzó a hacer que se recupere la pelota con velocidad, aunque pocas veces se pudo encontrar mal parado al visitante, sin embargo, en este partido, la pelota circulaba con mucho criterio. Buscando hacer ancho el campo de juego y buscando el 2 contra 1 por los costados, sobre todo por izquierda, que tuvo a Juan Manuel Trejo jugando unos aceptables primeros 45 minutos.
Con el correr de los minutos, esa presión del equipo fue metiendo a Racing en un desconcierto total, y ya había momentos que revoleaban la pelota sin sentido solamente para sacársela de encima, e Independiente no tardó mucho en notar este estado de ánimo del rival, que comenzó a “comerle los talones” cerca del área, buscando en lo posible con pases en profundidad y evitando los centros ya que los defensas de ellos van muy bien de arriba.
Y en una gran combinación, llegó el primer gol. Pelota que iba por la izquierda, Méndez la jugó al medio rompiendo línea, Benítez tocó de primera para Vera y fue a buscar directo al área. Por derecha, sólo y a toda velocidad venía Toledo, a quien el uruguayo vió y lo dejó sólo frente al arco para que remate, o bien, de el pase al medio para la entrada de Benítez que desató la locura en el Libertadores de América.
No fue casualidad el gol, fue causalidad. Independiente busco generar espacios de esa manera, de hecho, pocos minutos luego de la apertura del marcador, en otra gran jugada con triangulaciones y toques de primera, Benítez pudo haber puesto el 2-0 pero la pelota, luego de un disparo de fuera del área, se fue apenas al lado del palo.
Los últimos quince minutos, y sobre todo después de la expulsión de Acuña fue un monólogo de Independiente. Recuperando donde quería y mostrándole la pelota a Racing por toda la cancha.
En el segundo tiempo salió Albertengo, de flojo partido, y le dejó su lugar a Lucero, un cambio interesante y que busco una mejor sociedad para “Viruta”.
Racing se paró con tres defensores y puso toda la carne al asador, pero no pudo sobrepasar a un mediocampo que jugó un partido extraordinario. El “Marciano” Ortíz fue el pilar fundamental para eso. Recuperó muchísimas pelotas, y como si fuera poco, administró el fútbol con extremada sabiduría. Méndez por otro lado, aportó el sacrificio de siempre pero hoy sí, tenía una buena tarde y se notó, porque los pases eran siempre para el frente y claros.
Quizás hubo unos cinco minutos de zozobra por parte de Independiente, donde con sólo un gol de ventaja parecía haberse dormido en los laureles, y fue allí que Racing tuvo su única aproximación con un cabezazo de Diego Milito que se fue desviado.
Pisano ya estaba en cancha para explotar la banda derecha, y si bien pecó de algún firulete de más en alguna jugada que pedía rápida resolución, pudo meterse de manera correcta en los ataques.
Ya sobre el final llegó el gol de Méndez con un gran zapatazo de tiro libre y las pocas esperanzas que albergaba el visitante se esfumaron. Por eso, comenzaron los “ole” y los toques para administrar el poco tiempo que quedaba. En una de esas jugadas, la figura del partido Ortíz le sirvió a Diego Vera la pelota para que decrete la goleada en el clásico.
Para resaltar sin dudas, la mejora que trae este equipo en los últimos dos partidos es significativa. También para destacar, el partido que jugó Nicolás Tagliafico, metiendo cuando la jugada lo pedía, pero sin olvidarse que esto es fútbol y que se juega con la pelota; El desempeño “Marciano” Ortíz, dueño de la mitad de la cancha y de los tiempos del partido; y del nivel de Jesús Méndez, que cuando él juega bien, Independiente juega bien. Ellos fueron sin dudas las banderas de esta victoria, pero no hay que desmerecer a sus compañeros que también jugaron un partido muy bueno y dejaron en ridículo a un Racing que le ganó el miedo y por momentos no estuvo en cancha.
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